Alguien
había estado en la huerta del tío Pedro, había arrancado algunas
hojas de lechuga, para después desaparecer sin dejar rastro.
En
un primer momento, el labrador sospechó de los conejos o las cabras.
Pero, una mañana, encontró entre las matas una cesta. Sin duda
alguien la había olvidado o dejado caer en su huida. Estaba llena de
hojas de lechuga. Así que pensó que, en lugar de echar la culpa a
los animales, debía pensar en alguien del pueblo. Se rascó la
cabeza y, durante un rato, estuvo intentando adivinar quién podía
haber sido. Conocía muy bien la cesta. La había visto muchas veces
llena de hierba, de setas o de manzanas.
Entonces,
decidió acercarse al pueblo.
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anonimo cuento - 064
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