El
tío Carlos era prestidigitador. Solía ir a las fiestas de
cumpleaños a entretener a los niños.
Un
día, Juanito invitó a sus amigos y el tío Carlos fue también,
como siempre. Hizo para ellos toda clase de trucos. Sacó conejos de
su extraño sombrero y después vino lo mejor. Le pidió a Juanito
que se colocara a su lado. El niño así lo hizo. El tío Carlos
pronunció, entonces, unas palabras mágicas y agitó su mano sobre
la cabeza de Juanito. Al instante, el niño desapareció. Todos sus
amigos se quedaron boquiabiertos de asombro.
A
continuación, el tío Carlos volvió a pronunciar otras palabras
mágicas y Juanito apareció tan misteriosamente como se había ido.
-¿Dónde
has estado? -exclamaron sus amigos.
-¡En
ningún sitio! -contestó Juanito.
-Pero
si habías desaparecido -gritaron todos. El tío Carlos te hizo
desaparecer.
-¿Es
verdad, tío Carlos? -preguntó Juanito.
-Sí,
es verdad. -respondió el mago.
-¿Cómo?
-preguntaron a una todos los niños y niñas.
Pero
el tío Carlos se limitó a responder:
-Ese
es mi secreto.
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anonimo cuento - 064
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