-Me
gustaría tener flores en casa pero... ¡son tan caras en esta época
del año! -se había quejado la mamá de Marta el invierno pasado.
Por
eso, Marta había decidido que este año le regalaría a su madre
flores de invierno. En primavera cogió olorosas violetas,
pensamientos de colores y margaritas amarillas. Las colocó entre las
hojas de un grueso libro.
En
verano, justo antes de la siega, recogió amapolas de un rojo
brillante y unas espigas de trigo del campo. Las metió en el mismo
libro, junto a las flores de primavera. Después, en otoño, fue a
buscar un poco de hierba y unas hojas recién caídas de tornasolados
colores e hizo lo mismo con ellas.
Cuando
llegó el invierno y su madre volvió a formular su deseo del año
pasado, Marta le dio el ramo de flores, de hierbas y hojas secas, que
le había preparado con tanto cariño. Su madre estuvo a punto de
llorar de alegría.
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anonimo cuento - 064
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