Un
día, un pastor perdió una de sus ovejas. La buscó todo el día, al
día siguiente y al otro.
-Te
quedan aún muchas ovejas -le dijo un vecino.
Pero
el pastor siguió buscando a pesar de todo y, unos días después,
cuando se hallaba sentado cerca de un acantilado, oyó a la oveja
balar. Se asomó al precipicio y vio que estaba allí, caída en un
pequeño saledizo. Bajó con cuidado y recuperó su oveja.
-Nunca
hubiera pensado que se tomara tantas molestias por un solo animal
-musitó la oveja, aliviada, al oído del perro pastor. Después de
todo, tiene muchas más.
-No
es el número lo que importa -respondió el perro. Quiere a todas sus
ovejas y, aunque tuviera un millón, se ocuparía de cada una como si
fuera su preferida.
0.999.1
anonimo cuento - 064
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