María
vivía en un piso con sus padres. Le gustaba mucho el edificio y
todos los vecinos la querían, pero había una cosa que deseaba con
todas sus fuerzas y que no podía tener: un jardín.
Le
habría gustado pasar el tiempo sembrando, plantando, observando cómo
las plantas y flores brotaban y se abrían. Pero era imposible tener
un jardín en un piso. A menos que...
Un
día, los tíos de María llegaron de Australia. Trajeron muchos
regalos para sus padres y un enorme paquete para ella. Cuando María
lo desenvolvió, encontró una gran caja de cristal, una azadita,
mantillo y varios paquetes pequeños.
-¿Qué
es esto? -exclamó María.
-Es
un jardín de cristal -respondió su tía. Papá lo colocará en el
alféizar de tu ventana y podrás llenarlo de tierra y plantar
semillas.
María
estaba impaciente por empezar a cultivar su jardín. Su padre lo
instaló y ella pudo hacer realidad, aunque en miniatura, lo que
parecía un sueño imposible.
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anonimo cuento - 064
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