Todas
las vacas quedaron horrorizadas cuando, una mañana, comprobaron que
la hierba y el trébol del prado habían sido cortados.
-¿Qué
han hecho con todo el pasto? -le preguntaron al pastor.
-Lo
comeréis en invierno, cuando no haya nada.
-Pero
¿qué vamos a comer ahora? -mugían.
-Esperad
a mañana y veréis -contestó el vaquero.
Aquella
misma noche llovió y, a la mañana siguiente, la hierba y el trébol
empezaron a brotar. El vaquero dio a sus vacas una parte del heno que
acababan de segar y lo mismo hizo durante varios días. Pero, muy
pronto, las praderas se cubrieron de hierba nueva y tierna, y las
vacas pudieron volver a pastar a sus anchas.
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anonimo cuento - 064
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