El
ratón gris había pasado todo el verano en un rincón del viejo
cobertizo, pero, ahora que las noches iban refrescando, decidió
encontrar un lugar más caliente para vivir.
Se
coló en la casa, aprovechando que nadie miraba, y subió al desván.
Se divirtió mucho curioseando entre las cajas viejas y los muebles
olvidados.
De
repente, se topó con una extraña caja. Tenía una especie de cúpula
en lo alto, una empuñadura que se podía girar y, debajo de ella, un
cajoncito.
-He
encontrado una casa perfecta -exclamó el ratón, con su aguda
vocecilla. Puedo colocar mi despensa bajo el tejado, dormir en la
habitación de abajo y, cuando me aburra, montar en la manivela como
en un tiovivo.
¿Has
adivinado dónde había instalado su nueva casa? ¡Era un antiguo
molinillo de café!
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anonimo cuento - 064
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