Cada
vez que el pequeño -Hassan empezaba a tocar la flauta, Cobra, su
serpiente, erguía su gran cabeza y empezaba a dibujar ondas en el
Aire. También el resto del cuerpo se movía al ritmo que le marcaba
la música de Hassan, como si llevara el compás. Por eso la llamaban
Cobra, el director de orquesta.
-Hassan
-dijo un día la serpiente; últimamente me resulta muy cansado
moverme al ritmo de la música. Creo que me estoy haciendo vieja.
-¿Cómo
vamos, entonces, a ganamos la vida? -preguntó Hassan.
-Tengo
una idea -contestó Cobra. Yo puedo tocar la flauta y tú llevarás
el ritmo.
¡Qué
magnífico espectáculo! El dinero empezó a lloverles como caído
del cielo.
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anonimo cuento - 064
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