Había
una vez un vaquero que no sabía hacer nada de nada, excepto cuidar
vacas y toros. Además, era incapaz de conservar un trabajo por mucho
tiempo. Iba un día de rancho en rancho buscando trabajo, cuando en
medio de un prado vio un sombrero vaquero colgado de un árbol. Al
acercarse, comprobó que era un vaquero que estaba allí subido.
-¡Eh!
¡Hola! -gritó. ¿Qué haces ahí arriba?
El
vaquero subido al árbol se puso un dedo en los labios y susurró:
-¡No
grites! Estoy cuidando este bisonte y yo, en tu lugar, me subiría al
árbol. No serías el primero al que ha embestido.
Rápido
como el rayo, el vaquero no tardó en refugiarse en la copa y quizá
siga allí todavía.
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anonimo cuento - 064
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