Un
año, pocos días antes de Navidad, unos ladrones sin escrúpulos
entraron, sin ser vistos, en un castillo y robaron todos los adornos
y regalos de Navidad. ¡Qué desastre!
Pero
Luis no se dio por vencido. Salió del castillo, se encaminó al
bosque y taló el árbol más verde que encontró.
Lo
arrastró hasta el castillo y lo escondió en su habitación. Pasó
la noche confeccionando adornos nuevos con todo lo que encontró a su
alcance y los pintó de oro y plata. Después, encontró unas velitas
y las colocó sobre las ramas. A la mañana siguiente, en el
desayuno, las gentes del castillo seguían llorando, trastornadas por
lo ocurrido. Luis aprovechó el momento para encender las velas y sus
mil llamas centellearon, para asombro de los presentes. Pasado el
primer momento de incredulidad, todos expresaban su admiración y se
quedaban boquiabiertos contemplando el magnífico abeto. Volvían a
sonreír.
-Además
-dijeron, llenos otra vez de ánimo, todavía tenemos tiempo de
comprar nuevos regalos y de decorar el castillo.
Y
así lo hicieron.
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anonimo cuento - 064
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