Había
una vez un rey que tenía unos pies enormes. Sus súbditos le
llamaban el rey pies grandes, aunque, en realidad, se llamaba Roldán.
Un
día, ya harto, exclamó:
-Desearía
tener unos pies normales.
Dio
la casualidad de que pasaba un hada y oyó su deseo. Entró en
palacio y respondió:
-Si
de veras deseáis tener unos pies normales, podéis tenerlos. Pero, a
cambio, deberéis entregar a vuestra hija mayor a las hadas.
El
rey adoraba a su hija mayor pero, tras mirar sus pies, supuso que
ella lo comprendería. La hizo llamar y, ya en el salón del trono,
le explicó que tenía la intención de entregarla a las hadas a
cambio de unos pies de tamaño normal.
-Pero,
padre, ya no seréis el mismo con unos pies normales.
-¿Qué
quieres decir? -preguntó el rey.
-Sois
un buen rey. Los súbditos os quieren. No se burlan de vos porque
tengáis los pies grandes.
-¿Quieres
decir que no se ríen de mí?
-¿Reírse
de vos? Por supuesto que no.
Al
rey le alegró tanto la noticia que no necesitó al hada y nunca más
volvió a ocuparse de sus pies.
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anonimo cuento - 064
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