Un
mercader persa partió un día en viaje de negocios. Le confió a su
vecino el herrero cien kilos de oro. A su regreso, quiso recuperarlo.
-¿El
oro? Lo siento, pero tengo que confesarte que los ratones se lo han
comido todo -se excusó el herrero.
Por
la noche, el mercader sacó de la cuadra los caballos de su vecino. A
la mañana siguiente, el herrero fue a lamentarse a casa del
mercader:
-Mis
caballos han desaparecido.
-Han
sido los búhos. La noche pasada vi cómo dos de ellos se llevaban a
tus caballos por los aires -respondió el mercader.
-¿Cómo
es posible que un búho pueda con un caballo? -preguntó, incrédulo,
el herrero.
-¡En
un país en que los ratones comen oro, los búhos pueden ser capaces
de robar un caballo! -replicó el mercader.
El
herrero, avergonzado, devolvió su oro al mercader y recuperó, a
cambio, sus caballos.
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anonimo cuento - 064
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