Como
se acercaba el otoño, Tomás llevó a su pequeño taller nuevos
objetos para modelar. No se contentaba ya con la arcilla, sino que se
servía también de otros objetos, como castañas, bellotas, piñas y
hojas de castaño.
Con
arcilla, unas hojas verdes, una zanahoria y una pata de pollo
confeccionó un duende al que llamó Flip. Aquella misma noche, se lo
llevó a su padre, impaciente por conocer su opinión.
-Me
parece que tu duende no es demasiado apropiado para el escaparate de
una ferretería -apuntó su padre. Pero si algún día vendemos
cuentos de hadas, todos los niños se pararán a verlo y estoy
convencido de que les encantará.
0.999.1
anonimo cuento - 064
No hay comentarios:
Publicar un comentario