-¡Mamá!
-gritó Pepito. ¡Ven corriendo! ¡La sartén está ardiendo!
La
madre llegó a toda prisa, pero allí no había ni rastro de
incendio.
Al
poco rato, Pepito oyó que su madre lo llamaba:
-¡Ven!
¡Corre! ¡La abuela ha traído un helado de chocolate!
Pepito
no se movió. A él no era tan fácil engañarlo, no iba a caer en
una trampa tan tonta.
-¡Ven,
Pepito! ¡El helado se está deshaciendo!
Pepito
permaneció en su sitio, esperó unos minutos y bajó la escalera con
aire ingenuo. Su madre acababa de comerse su helado. Al verlo tan
decepcionado, le dijo:
-¡Creí
que no querías!
Esta
vez, la broma se había vuelto contra él.
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anonimo cuento - 064
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