La
princesa Rosalía estaba enamorada de un pastor, pero el rey,
desoyendo sus deseos, organizó un torneo para decidir quién sería
merecedor de casarse con su hija. Señores, príncipes y nobles
caballeros iban, pues, a disputarse la mano de la princesa. El más
rápido en cabalgar hasta ella, desatar el pañuelo que rodeaba su
cuello y quitarle la sortija que llevaba en el dedo, la tomaría por
esposa.
Los
caballos tomaron la salida y un caballero desconocido llegó el
primero junto a la princesa. Le quitó el pañuelo y la sortija.
Después, para darse a conocer, levantó la visera de su yelmo. La
princesa dio un grito de alegría, pues había reconocido a su
querido pastor. El rey, entonces, no tuvo más remedio que permitir
que se casaran.
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anonimo cuento - 064
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