Resulta
que el conejo tenía la cueva en la orilla
de una paré ande había agricultura. Y el zorro viene caminando por
la orilla 'e la paré, y lo ve el conejo que venía el zorro. Y como
el conejo sabía que si lo agarraba áhi se lo iba a comer, agarra y
forcejiaba la paré de modo de no dejala caer. Entonce ve el zorro, y
le dice:
-Amigo,
¿qué hace?
-¡Cómo!,
¿no ve lo que hago?
-¿Pórque
sostiene esa paré?
-¡Ah!,
es que recién ha 'tau Dios conmigo y me dice que sostenga esta paré,
que no se caiga. Y mi ha dicho que si yo lo dejo caer a la paré se
va a perder el mundo. Y en realidá ya hace tres días que 'toy
pechando aquí con el fin que no se pierda el mundo. ¿Pórque no
hacís la gauchada, y mi ayudás a pechar la paré? -le dice al
zorro-. Tengo un hambre que ya no veo. Porque si lo largo se cái la
paré y se da vuelta el mundo y los perdimos todos.
-¡Ah!,
no es propio que se pierda el mundo -dice el zorro. Te voy a ayudá a
pechá un rato. Andá a comé. Toma agua y volvé.
Y
se fue el conejo, se mandó a mudar lejo. Lo dejó pechando al zorro
áhi. Se cansó de pechar el zorro. Aguantó tres días. Al otro día
dice:
-Yo
largo la paré aunque se dé vuelta el mundo.
Y
éste, tan cansau que 'taba, sale disparando. Y mira, y nada, la paré
ni pensaba cáirse.
-¡Qué
pícaro, el conejo! -dice, y toda la
injusticia que hace conmigo. Lo busco y lo como ande lo encuentre.
Y
se va buscandoló. Por todos los campos s' iba. A las cansadas, al
tiempo, lo encuentra trabajando una cueva. Cuando lo ve el conejo,
rápido se entra para adentro. Y di áhi lu habla:
-Mirá
-le dice, ahora hay otro anuncio. Hace dos
días vino Dios y mi ha dicho qui haga una cueva bien profunda. Dice
que ahora va llover juego.
-¡Sí!
¿En realidá? -dice el zorro.
-¡Claro!,
por eso 'toy cavando la cueva, porque va a llover juego. ¿Pórque no
ti hacés vos también una cueva y así nos salvamos los dos?
-Güeno
-dice el zorro.
-Mirá
-le dice el conejo, te lo cambio a la
cueva, que ya 'tá prencipiada.
-Y
bueno -dice el zorro.
-Ya
que la tengo prencipiada, te la doy, yo la voy a hacer más grande.
El
conejo se va a otra parte. Y le dice al zorro:
-El
plazo 'tá cerca, faltan dos días no más pa que llegue el juego.
Hay que trabajá día y noche.
Y
así el zorro trabajaba noche y día, sin descansar. Y mientras
tanto, el conejo juntaba espinas. Y le decía al zorro:
-A
la cueva hay que hacelo con güeltas.
Y
cuando el zorro se perdía trabajando adentro, el conejo le comenzaba
a poner espinas en la cueva, adentro, sin que el zorro se diera
cuenta. Y entonce le dice:
-Mirá,
cuando vos sintáis que te hinca alguna cosa, ése es el juego.
Y
por áhi, en lo que viene el zorro sacando tierra, se hinca el zorro,
y dice:
-¡Ah,
esto había síu juego, en realidá! -y se fue adentro y no sale más.
Pasaron
dos días y el zorro tenía mucho hambre. Y ya no podía más, y ha
veníu y ha salíu. Se ha hincau en la nariz, en los ojos, en todas
partes y ha dicho:
-¡'Tá
lloviendo juego!
Y
ya el hambre lu ha obligau a salir, y dice:
Y
haca fuerza, y pecha no más, y sale para ajuera entre un montón de
espinas. Y nu había nada de juego. Y se dio cuenta de todo lo que li
había hecho el conejo, y dice:
-¡Cuando
lo encuentre lo como, ya no lo perdono más!
Se
larga buscandoló. Al tiempo va y lo encuentra en la campaña, en
unas casas botadas, abajo di un horno. Áhi vivía. Y ya lo quería
comé el zorro al conejo, y el conejo le dice:
-¡Ay,
hermanito!, el anuncio del juego se aproxima, esto va a ser muy
pronto. Mirá este horno -le dice. ¿Sabís pa qué lu hi trabajau
yo? El anuncio es de otra manera. Va a haber un diluvio y después va
a llover juego, y por esto hi trabajau el horno, así me encierro y
pueda ser que me salve.
Y
le dice:
-Mirá,
ya que lo tengo, ¿pórque no te encerrás vos, y yo me hago otro más
chiquito? ¿Pórque no te encerrás vos? Esta misma tarde va a venir
el diluvio.
Y
el zorro se ha asustau otra vez y le ha dicho que güeno, y se ha
encerrau en el horno. El conejo ha traido barro y piegras y li ha
cerrau la puerta del horno. Y después ha traido agua y li ha echau
por encima del horno, y hacía ruido. Y el zorro decía que eran
truenos y el diluvio, y decía:
-Bueno,
yo 'toy tranquilo. El conejo de zonzo si ha quedau ajuera, ahora qui
ha llegau el diluvio.
'Taba
sentau, muy tranquilo. El conejo había juntau leña y le había
puesto juego abajo del horno. Y así, después del diluvio lo sintió
al juego. Y cada vez lo sentía más caliente, más caliente, al
juego. Y ya decía el zorro:
-¡Había
sido positivo el diluvio y el juego!
Y
al fin se afisea el zorro y muere dentro del horno y se ha quedado
libre el conejo.
Áhi
termina.
Eusebio
Maita, 46 años. Ciudad de Salta, 1952.
El
narrador es un empleado ferroviario, hombre del pueblo, que tiene un
repertorio muy numeroso de cuentos tradicionales.
Cuento
806 Fuente: Berta Elena Vidal de Battini
0.015.1
anonimo (argentina) - 048
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