Diz
que el tigre 'taba agarrau con una piedra muy grande. Como cuatro u
cinco días ha 'tau el bicho ahí, muerto di hambre. Y vino por
casualidar un caballo. Y le ha pedíu el tigre por favor que lo
dehagarrara. Y claro, el caballo le tenía miedo porque era un bicho
contrario. Y al fin, después de tantos ruegos y que le decía que
nada l'iba hacer, se allegó. Hizo que se dehagarrara. Levantó la
piedra. Y bueno, que le agradeció el tigre. Ya que el tigre descansó
que le dice al caballo:
-¡Te
como! ¡Te como!
-Pero,
cómo me vas a comer, hombre, yo ti hi salvau la vida. Tenimos que
ver un juez.
Y
dice que entó 'taba pasando el zorro y áhi el caballo le gritaba si
él era juez, a ver si sentenciaba, a ver cómo podía salvarse.
Y
el zorro contestó que sí, que él era un juez y áhi no más llegó.
Y el caballo le dijo que él había salvau al tigre y que ahora se lo
quería comer. Y entonce el zorro preguntó que cómo era el caso que
había estau. Y entó, que quería ver en el estau que había estau
el tigre. Y se jueron ande era que estaba el tigre. Y áhi dijo el
zorro que se tenía que ponerse el tigre. Y se puso, y áhi le largó
el caballo la piedra encima, en la condición que había estado. Y
entó el zorro ha dicho que cómo quería comerlo al caballo que lo
había librado. Y ha dicho que hay que dejarlo como 'taba ante, en
las mismas condiciones por atrevido y que no sabe agradecer. Y lo
dejaron entós.
Clemente
Eraso, 46 años. San Antonio del Cajón. Santa María. Catamarca,
1951.
Cuento
586. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini
0.015.1
anonimo (argentina) - 048
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