Dice
que uno vez andaba el tigre con mucha dificultá pa cazar, y el zorro
andaba con él. Entonce el zorro le dijo qui áhi cerca había
acampao una tropa 'e carro y había una tropilla grande, que podían
ir a ver.
-No
-dice el tigre, las mulas son muy
desconfiadas y van a bufar.
-La
yegua madrina tiene una potranquita gorda. Yo se la puedo conversar a
la yegua y usté caza la potranquita -dice el zorro.
Eso
le gustó al tigre y se jueron. Ya llegaron. Ya vieron la yegua que
'taba medio sola, comiendo. El zorro la saludó y la empezó a
hablar, y le preguntó cómo le iba. La yegua si había dao cuenta y
empezó las renguiadas, y entonce le dice:
-Me
va mal, porque ando enferma. Ando buscando un herrero que me arregle
el clavo di una herradura, que lo tengo flojo y me lastima.
Y
áhi le dijo el zorro qui él conocía un herrero y se jue a decirle
al tigre que si arrime.
El
tigre no quería arrimarse, pero al fin se arrimó a verle la pata a
la yegua, y la yegua le dio una tremenda patada en el hocico que
l'hizo saltar los dientes. Y como ésa es la parte más delicada del
tigre, cayó al suelo revolcandosé y la yegua se disparó con la
potranca. Cuando vio esto el zorro si alzó, también porque sabía
lo que l'iba a pasar con el tío cuando se compusiera, porque el
tigre tiene siete vidas como el gato.
Apolinario
Pérez, 69 años. Conhelo. La Pampa, 1955.
El
narrador es hachero. Oyó contar este cuento cuando era muy joven a
un viejo tropero, en la parada de un arreo.
Cuento
661. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini
0.015.1
anonimo (argentina) - 048
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