Dice
que el zorro iba, y dice que le picaba mucho el cuerpo. Y dice que
encuentra un compañero, un amigo, y le dice:
-No
sé, che, lo que me pasa. Me pica todo el cuerpo.
Y
dice que se movía para todos lados.
-Y
qué, tendrá piojos -dice que le dice el otro.
-¿Y
cómo se cura eso?
-No
hacés más que meterte a la laguna, y te vas despacito. Te mojás
los pies primero y los piojos se van a ir subiendo, se van a ir
subiendo pa arriba. Hasta que al último cuando ya veas que se
amontonan en la nariz todos, entonces vos te zambullís de golpe
-dice- y los piojos se van a quedar arriba y vos salís para abajo.
Y
lo hizo; se le fueron los piojos para arriba; él se zambulló, pero
se ahugó el pobre, junto con los piojos.
Apolinario
Pailemán, 78 años.
Conesa.
Río Negro, 1971.
El
narrador ha nacido en la región, en donde ha vivido toda su vida.
Aarne-Thompson,
Tipo 63.
Cuento
818 Fuente: Berta Elena Vidal de Battini
0.015.1
anonimo (argentina) - 048
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