Dice
que el tigre 'taba haciendo una casa. Trabajaba un día, y otro no
trabajaba. Un día clavó los horcones. Al otro día vino un carnero
y vio los horcones y puso las tijeras. Al otro día vino el tigre y
dijo:
-Dios
me está ayudando.
Puso
otra parte del techo. Al otro día vino el carnero y puso otra parte.
Y al otro día acabó de techar el tigre. Así, trabajando un día el
tigre y otro día el carnero, la casa quedó hecha. Cuando estuvo
hecha, los dos vinieron a vivir ahí. Los dos creían que era de él,
y que él la había hecho con la ayuda de Dios. Vinieron y se
encontraron los dos. Entonce, como ían a vivir juntos, se convidaron
para traer de comer. Un día tenía que traer uno, y otro día tenía
que traer otro.
El
día que le tocó al tigre, se fue a buscar qué comer él. Fue y
mató un carnero y trajo. Entonce el carnero quedó con mucho miedo.
Al
otro día le tocó al carnero. Se fue a buscar qué comer y no sabía
qué traer. Como tiene la cabeza tan dura, se fue a un dátil y le
empezó a pegar golpes. Se ía lejo y de allá venía y le pegaba, le
trompeaba con la cabeza. Y caían muchos frutos. Y empezó a juntar.
Y en eso que 'taba ahí cayó un tigre. Y entonce le preguntó cómo
hacía para voltear tanta fruta. Y entonce él le mostró. Se fue
lejo y de allá vino corriendo y trompeó con la cabeza el tronco del
dátil. Y el tigre fue a hacer lo mismo. Y se fue lejo y vino a todo
correr y pegó con la cabeza. Se partió la cabeza y cayó muerto. Y
ahí agarró el carnero al tigre muerto y lo alzó al hombro. Lo
llevó y le dijo al compadre:
-Aquí
hay que comer.
Y
se asustó el tigre. Lo vido y dijo:
-¡Caramba,
viene llegando con un compañero muerto!
Y
ahí quedaron. Uno se tenía miedo del otro. Y de noche se rondaban
los dos. Los dos se tenían miedo de má.
Después
el carnero hizo el girao arriba de la casa para dormir, para 'tar más
seguro. Y una noche soñó el carnero, y se movió de más, y se cayó
un redepente al suelo.
El
tigre vio que se cayó algo y oyó el ruido. Se asustó grande y
salió disparando. El carnero aprovechó y lo corrió también. Así
el carnero se salvó del tigre que lo quería comer y quedó dueño
de la casa.
Verísimo
Silva, 58 años. Santo Tomé. Corrientes,
1952.
Campesino
de la región. Muy buen narrador.
Al
cuento tradicional se ha agregado el motivo de los animales que hacen
caer frutas de un árbol, que es un cuento independiente.
Cuento
638. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini
0.015.1
anonimo (argentina) - 048
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