Era
un zorro que salió de viaje. Y la encontró a la perdiz. Y la
perdiz, muy asustada, le dice:
-¿Adónde
vas? Para que vos hagas viaje hay que coserte la boca. Para que no
grites cuando te asustes y no te maten los perros.
-Sí
-le dijo el zorro, yo quiero silbar como vos. Así no corro peligro.
La
perdiz le empezó a coser la boca.
-¡Ay!
¡Que me duele! No me cueso nada.
Pero
la perdiz le siguió cosiendo la boca.
Después,
el zorro se fue contento, porque le iba saliendo un gritito finito
como un silbido. La perdiz si había escondido en el camino y le voló
encima de la cabeza. Y el zorro si olvidó que tenía la boca cosida
y la quiso cazar. Y áhi gritó ¡Guac! de dolor lo que quiso abrir
la boca, y se le rajó la boca de oreja a oreja. Y ya no pudo silbar
más.
Juan
López, 40 años. Las Junturas. Río Segundo. Córdoba, 1952.
Lugareño
de cierta cultura. Buen narrador.
Cuento
704 Fuente: Berta Elena Vidal de Battini
0.015.1
anonimo (argentina) - 048
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