Juancho,
el zorro, andaba de mal en peor. Nada le salía bien. Andaba mal en
amores y no conseguía comida. Los perros lo corrían permanentemente
cuando se arrimaba a los árboles donde dormían las gallinas y
decide pactar con el diablo. Y llegaron al siguiente acuerdo: Que le
dé un año de completa felicidad, que le vaya bien en amores, que
obtenga riqueza, que gane en las carreras porque era muy afecto a las
carreras cuadreras el zorro, y al cabo de ese año le iba entregar su
alma al diablo.
De
acuerdo al pacto, cumpliendo su parte el diablo, le facilitó todas
las cosas al zorro.
El
zorro se vio lleno de novias, lleno de aventuras, se hizo de mucho
dinero y no había carreras de caballos donde no ganara. Ya casi al
finalizar el año, se le vencía el año, se encuentra con el
quirquincho y le plantea el caso. Porque el quirquincho le dijo:
-¿Por
qué andas tan triste?
-Ya
se me vence el plazo. He tratado con el diablo y ya tengo que morir,
tengo que entregarle mi alma -dice. Pero quiero morirme en mi ley.
Voy a ir a esa carreras de caballo muy lindas, que hay en tal parte.
Por qué no me acompañas.
-¡Cómo
no! -le dice el quirquincho.
Se
van allá. Y como siempre, ganó una fortuna en las carreras de
caballos. Y se puso a beber. De estar se puso triste.
-¿Ya
ti ha vuelto la zoncera? -le dice el quirquincho.
-Ya
va a venir el diablo, ya está siendo hora.
-Pero
no siás tonto -le dice. Vení, hombre, si vamos a embromalo al
diablo.
-¿Y
qué vamos hacer?
-Eso
es fácil, hombre. Vení te voy a pelar bien.
Y
agarró y lo peló, lo dejó sin un pelo, lo afeitó bien al zorro el
quirquincho.
En
eso aparece el diablo, y le dice al quirquincho:
-¿No
lu ha visto a Juancho, el zorro?
-Sí,
ha estado, pero ha ganado mucha plata en las carreras, pero me parece
que se ha retirado.
Y
el diablo divisaba para todos lados. Las parejas que bailaban.
Los
corrillos que 'taban bebiendo. Y no encuentra al zorro, y dice:
-¡A
la pucha! ¡Me ha embromau éste! Pero, pa que no haga el viaje de
vicio, voy a llevar este pila de aquí.
Y
lo levantó al zorro que estaba pelado. De manera que creyendo que
era un perro pila, un perro pelado. Y lo llevó no más. Sin querer
lo llevó, se cumplió el trato.
Manuel
José Victoria, 50 años.
Santiago
del Estero, 1970.
Oyó
este cuento en los Departamentos de Salavina y San Martín.
Éste
es un cuento humano adjudicado a animales.
Cuento
811 Fuente: Berta Elena Vidal de Battini
0.015.1
anonimo (argentina) - 048
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