Un
día el tigre andaba en un lugar de monte buscando comida, cuando de
repente se encontró en un sitio muy lindo y pensó que podía
sembrar y lograría buenas cosechas. Áhi no más empezó a cercar el
lugar pensando que si no lo hacía podría venir otro y se adueñaría
del lugar. Pero no alcanzó a terminar su obra y dejó para el día
siguiente. Pero por razones que tenía que buscar comida no pudo ir
al día siguiente.
Entonces
resulta que el chivo andaba en lo mismo, en busca de alimento, y
alcanzó a pasar por el mismo sitio que el tigre había elegido y
pensó que era un lindo lugar para sembrar, y comenzó a cercar sin
darse cuenta que el trabajo ya 'taba empezado. También hizo una
parte y pensó que al día siguiente volvería para continuar. Pero,
no fue así porque al día siguiente se dedicó a buscar comida. Y
entonces ese día vino el tigre y encontró que su trabajo 'taba
adelantado, y se dijo que Dios lo estaba ayudando por ser él tan
bueno. Y al día siguiente tampoco pudo venir, pero en cambio vino el
chivo. El chivo encontró todo cercado y se dijo que Dios lo estaba
ayudando por ser él tan bueno. Y así, una vez uno y otra vez otro,
empezaron a desmontar el sitio para sembrar, pero nunca se
encontraban en ese lugar, y siempre pensaban que Dios los estaba
ayudando. Hasta que sembraron maíz. Y ya tenían una chacra grande.
Y entonces empezaron unas vacas a dañiniar de noche en la chacra, y
decidieron hacer guardia para cuidar. Entonces fue cuando se
encontraron y le dijo el tigre al chivo qué hacía en ese lugar, a
lo que éste le respondió:
-Vengo
a cuidar mi sembrado.
Entonces
el tigre furioso le respondió:
-El
sembrado es mío.
Y
así discutieron largo rato hasta que se pusieron de acuerdo y vieron
que la chacra era de los dos. Entonces convinieron en cuidar los dos
todas las noches el sembrado y buscar comida una noche cada uno. Pero
los dos se tenían miedo y trataron de atemorizar al otro socio. Y
así, cuando le tocaba al tigre, traía los chivos viejos más
grandes que podía encontrar para hacerle tener miedo al chivo.
Entonces el chivo por la parte baja decía: «éste es un bárbaro
que si me agarra me mata». Cuando le tocaba al chivo buscar comida
se traía los tigres viejos que encontraba muertos en el monte.
Entonces el tigre pensaba: «éste es un animal malo que si me agarra
con esas guampas tan grandes que tiene me destroza».
Y
así pasaron varios días y los dos se temían. Hasta que llegó una
noche que hacía mucho frío y resolvieron hacer una fogata para
calentarse. Se pusieron uno frente al otro a la orilla del fuego.
Como los dos estaban vencidos por el sueño porque de miedo no habían
dormido antes, empezaron a cabeciar. En una de ésas el chivo se fue
sobre el fuego, plantó una de las guampas en el rescoldo. Le hizo
saltar rescoldo al tigre y él se quemó la barba. Áhi pegó un
salto y largó un grito de dolor. El tigre que también estaba
dormitando, cuando sintió el rescoldo que lo quemó y el grito del
chivo salió disparando a toda carrera, pensando: «por poco no me
agarra este bárbaro y me zampa entre las brasas». El chivo, medio
dormido, también pensó: «este loco casi me da un zarpazo y me hace
caer en el fuego y me mata a traición». Y áhi no más se las echó
disparando.
Y
así se terminó la sociedá del tigre y el chivo que no podían ser
socios ni amigos.
Víctor
Hugo Figueroa, 45 años.
Las
Flores. Capital. Santiago del Estero, 1976.
Cuento
633. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini
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anonimo (argentina) - 048
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