Una
vez el tigre hizo una gran fiesta en su casa. Invitó a los animales,
ligeros y despaciosos, a concurrir. Y después, él los iba
acompañar, como amigo, cuando se jueran a su casa.
Esta
reunión la hacía con la intención de que al que quedara último,
cuando jueran caminando, se lo comería tranquilamente.
Y
bueno... en eso que estaban ahí todos reunidos y que ya habían
farreado bastante, a eso de la madrugada, le dice el perro a toda la
compañerada:
-Bueno,
señores compañeros, ha llegado la hora de que todos los que al
caminar sean despaciosos, se pongan en marcha.
Todos
entendieron, y como el perro se había dado cuenta de la intención
del tigre, quedaron los que corrían más ligero, atrás, como la
gama, el ciervo, el perro, el avestruz.
Salieron
todos juntos. Y el tigre iba último. Llegaron a un río y empezaron
a pasar. Después de un rato, cuando al perro le pareció que todos
los bichos ya habían bandeado el río le hizo seña a los demás, y
como había mucha polvareda, les dijo:
-¡Alerta,
compañeros!
Y
le tiró en los ojos toda la tierra al tigre, y salieron disparando.
Mientras
el tigre se limpió al vista perdió mucho tiempo, pero lo mismo los
siguió lleno de ira.
Cuando
llegaron el perro y los demás animales lo encontraron al carnero que
no se había animado a bandear el río, y le dijeron:
-¡Largate
al río que ya viene el tigre!
El
carnero contestó:
-¡No
sé nadar!
-Entónce,
revolcate entre el barro, hasta que no se te vea nada.
Y
así lo hizo. Se revolcó y parecía un montón de barro, el carnero.
Y se quedó sin moverse.
Cuando
llegó el tigre a la costa del río, se encuentra con toda la bichada
al otro lado, haciendolé burla. El tigre desesperao y furioso,
miraba y caminaba de un lao a otro buscando algún palo pa tirarles.
En eso vio unos cuernos, los agarró y los tiró a la otra orilla. Y
era al carnero al que había tirado.
El
carnero, una vez del otro lado del río, satisfecho de haberse
salvado, le dijo al tigre:
-¡Muchas
gracias, señor Tigre! Usted me ha hecho un gran favor.
Y
reunidos siguieron haciendolé burla al tigre. El tigre respondió
lleno de ira:
-¡Ahijuna!,
¡si hubiera sabido que era el carnero lo comía!
Paulino
Gutiérrez, 40 años.
Villa
Alta. Resistencia. Chaco, 1952.
Persona
de cultura. Muy buen narrador.
Cuento
756 Fuente: Berta Elena Vidal de Battini
0.015.1
anonimo (argentina) - 048
No hay comentarios:
Publicar un comentario