Que
el zorro la vía a la perdiz que tenía patitas tan blancas y que
silbaba tan lindo. Y que se habían hecho compagres. Pero que la
perdiz siempre le disparaba al compagre, porque le tenía
descon-fianza. Y que el zorro era muy envidioso. Que un día dice:
-¡Tan
lindo que silba mi comagre! Yo voy a silbar más lindo.
El
zorro jue a buscar a la perdiz para pedíle que le enseñe a silbar.
La perdiz le dijo que le teniya que coser la boca para que pudiera
silbar. Y el zorro como teniya tantas ganas de silbar como la perdiz,
le dijo que güeno. Y ya le dijo que venga al otro diya para buscar
la proporción para cosele la boca.
Y
va la perdiz y busca conque cosele la boca al zorro. Y que le dice a
otra perdiz:
-Andá
escondete allá, en aquellos yuyitos, al lau del caminito éste. Yo
lo voy a hacer ir a mi compagre por el caminito. Te escondís áhi pa
que le salgáis de golpe y lu asustís.
Se
jue la perdiz y se escondió.
Que
le ha cosido la boca al zorro, la comagre, y le ha dicho que tome por
el caminito, y ensaye a ver si le sale solo, el silbido. Y que el
compagre zorro ha empezado a silbar. Y que ya le iba saliendo el
silbido, y él iba al trotecito por el caminito, y en eso que le ha
volado la perdiz en las narices del zorro. Y que el zorro se ha
pegado un susto, y justo con lo que ha dicho ¡cuaque!, se le ha
rajau la boca y no ha podido silbar más.
Susana
O. de Romero, 76 años. Alta Córdoba. Córdoba, 1952.
La
narradora es mujer del pueblo, semianalfabeta. Buena narradora.
Cuento
703 Fuente: Berta Elena Vidal de Battini
0.015.1
anonimo (argentina) - 048
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