El
que vendió el alma al diablo, es el zorro. El zorro, resulta que
andaba sin comer, y un día lo encontró al diablo. Y le dice:
-Mirá,
si me consigues algo, para comer, cuando quieras vos me llevas. No,
no, aunque no muera. Cuando quieras vos me llevas. La cuestión es
que ahora me saques del apuro.
-¡Cómo
no! -le dice el diablo.
El
diablo le encuentra la comida y le trae.
Pero
después, el zorro se le escapaba. Después ya no quiso cumplir la
promesa.
Y
un buen día había un baile de zorros. Y el zorro tenía que ir a
ese baile. Y le dicen los compañeros:
-Mirá,
ahí anda el diablo buscandoté.
-¡Eh!
-le dice. ¿Y me va llevar?
-Y
tiene que llevarte.
-Y
qué voy hacer.
-Mirá
-le dicen, lo que vas hacer, es cortarte el
pelo. Quedate bien peladito, pila.
Entonce
el diablo, que sabía que el zorro iba estar en el baile, llegó y
empezó a ver todos los zorros. Y nu hallaba su zorro que le había
vendido el alma. Y los miraba a todos y los volvía a mirar, y al fin
dice, en lo que estaba:
-Bueno,
ya que no encuentro mi zorro, me llevo este pelado. Y era el mismo.
Rafael
Bravo, 58 años.
Santiago
del Estero, 1970.
La
narración es general en el Departamento Figueroa. Es adaptación del
cuento humano El diablo y el hombre.
Cuento
810 Fuente: Berta Elena Vidal de Battini
0.015.1
anonimo (argentina) - 048
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