El
tigre andaba con mucho hambre porque no podía cazar nada. Quesque se
topó con el quirquincho y áhi no más le dijo:
-Te
guá comer, arrimate -y le puso una mano encima. 'Tás gordo y aunque
siá di un bocau me vas a servir.
El
quirquincho se llevó un gran susto, pero no perdió el tino, y
quesque le dice:
-Esperesé
un ratito, no me coma, tío Tigre, que le voy a cantar antes un
cantito.
Y
áhi no más se puso a cantar el quirquincho:
Currurrucú
ñuñú,
Rinrrín
ringuilinchín.
Y
eso li hizo mucha gracia al tigre y quesque le dice:
-Ja,
ja, ja, que me gusta. Cantá otra vez.
Y
el quirquincho repetía:
Currurrucú
ñuñú,
Rinrrín
ringuilinchín.
Y
el quirquincho cantaba y con todo disimulo iba cavando una cueva.
Y
el tigre le decía:
-Ja,
ja, ja, que me gusta. Cantá otra vez.
Y
el quirquincho repetía el canto:
Currurrucú
ñuñú,
Rinrrín
ringuilinchín.
Y
ya cantó varias veces y tenía bien hecha la cueva y entonce el
tigre le dice:
-Güeno,
basta de canto, que ya te guá comer.
Y
en eso se metió en la cueva el quirquincho y le dice di adentro:
-Tío
Tigre, a mí ya no me come.
El
tigre pegó un salto y metió la mano en la cueva y lu alcanzó a
agarrar de la cola. Entonce le dice el quirquincho:
-Tire,
tío tigre, que es una ráiz.
Y
como el quirquincho es tan juerte en la cueva, y el tigre vio que era
tan firme lo que él había agarrau, se creyó que era una ráiz, y
lo soltó. Y así se salvó el quirquincho cantor.
Y
ya se sabe que quirquincho que se mete en la cueva sólo se lo saca
si se le puede hundir el cuchillo.
Gerardo
Ponce, 70 años.
San
Martín. San Luis, 1931.
Modesto
hacendado. Buen narrador.
Cuento
755 Fuente: Berta Elena Vidal de Battini
0.015.1
anonimo (argentina) - 048
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