Esto
sucedió en el tiempo que los animales hablaban.
Un
día el perro le dijo al gato que, como no les daban muy bien de
comer en la casa, porque todo estaba muy escaso, iban a tener que
salir a rodar tierras. Y se pusieron de acuerdo.
Un
buen día el perro hizo un atadito con todas sus cosas y sus
documentos, la libreta de enrolamiento. Y el gato también lió todas
sus cosas y salieron.
Anduvieron
unas leguas y llegaron a una estancia. El perro pidió trabajo para
él y para el gato. Les dieron trabajo a los dos porque 'taban
necesitando gente. Al perro lo mandaron de pión de campo y al gato
de pión de patio, para la cocina.
En
seguida empezaron a trabajar. Entonce el perro le dio sus documentos
al gato para que se los guardara, porque él tenía que andar siempre
afuera, se le podían perder.
Bueno...
Pasaron muchos días, y un día llegó la policía para ver la gente
que había ahí. Y entonces pidieron los documentos de los
trabajadores. El perro, cuando llegó a las casas, le dijo al gato:
-Compadre,
deme los documentos.
El
gato fue a buscarlos. Para asegurarlos mejor los había puesto bien
guardados en una cueva. Y a esta cueva habían entrado ratones y se
habían comido los documentos. Entonce el gato salió afligido y le
dijo al perro que no tenía sus documentos. Y el perro se enfureció
y lo corrió al gato, y se salvó raspando porque se subió a un
árbol, si no lo mata.
Desde
entonces el perro es enemigo del gato y el gato de los ratones.
Ruth
Gil Torres. Pellegrini. Toay. La Pampa, 1964.
La
narradora es maestra de escuela. Aprendió el cuento del padre,
Salvador Gil, que murió a los 85 años, en 1959, y era un gran
narrador.
Cuento
796 Fuente: Berta Elena Vidal de Battini
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anonimo (argentina) - 048
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