El
zorro y el carancho hicieron una apuesta. Apostaron quien aguantaba
más el frío. Tenían que 'tar lo do arriba de una piedra. Áhi
tenían que pasar una noche muy fría.
Entonce
eligieron la piedra y se pusieron lo do en una noche que hacía
muchísimo frío. Entonce, cada veinte minuto se tenían que hablar
pa ver cómo resistían el frío. Entonce se pusieron lo do y al rato
no má ya no podían má de frío, y dice el carancho:
Y
ya el zorro no preguntó má porque se 'taba engarrotando. Entonce
preguntaba el carancho de rato en rato y el zorro contestaba muy
débil.
El
carancho 'tá acostumbrado a pasar el frío ajuera, pero el zorro
tiene que meterse en la cueva. Cuando el carancho sentía que se le
helaba una pata, la levantaba y la metía en el cuerpo, y cuando la
calentaba, metía la otra, como hacen las ave. El zorro no podía
hacer eso y tenía que sufrir el frío parado, porque así era la
apuesta.
Güeno,
ya por áhi viendo que no contestaba má el zorro, se jue a verlo el
carancho. Y ya lo encontró muerto.
Juan
Mansilla, 50 años. San Jenaro Norte. Estancia La Lolilla. San
Javier. Santa Fe, 1961.
Peón
de estancia. No ha salido nunca del lugar.
Cuento
837 Fuente: Berta Elena Vidal de Battini
0.015.1
anonimo (argentina) - 048
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