Pues,
señores, diz que una vez San Isidro que era melero, había salío
pal monte buscando miel. En lo que sacaba una lechiguana, diz que
había oído una voz que le decía: ¡Socorro, Isidro, me muero!
Entón,
San Isidro diz que se había dao güelta, pa ver di ande salía la
voz, pero que nada vía.
Otra
vez diz que empezaron unos quejidos muy tristes, como si alguno
estuviera finuquiando y nada podía ver San Isidro.
Ya
diz que iba a seguir viaje cuando mira pa un lao del camino y lo
alcanza a ver a don Ilijonso, el tigre, que había estao apretao con
una peña.
Eso
no más que vio San Isidro y no quiso ver más. Áhi qui había salío
disparando de miedo.
-Venga
amigo, ¡no me deje que me voa morir! -diz que le había gritao don
Ilijonso. No lo voa comer, ¡no me tenga miedo, señor!
-Güeno,
si no me vas a comer te guá sacar la peña.
-Cómo
te guá comer, sinó soy tan mal pagao. ¡Nunca me voa olvidar del
favor que hagáis agora! -diz que le había contestao don Ilijonso,
el tigre.
Entón,
que San Isidro le había créido, se había ido y le había levantao
la peña. Entón que don Ilijonso pudo salir medio cogiando y
quejandosé de dolor, y había quedao echao de dolor áhi no más.
Entón que diz que le dice a San Isidro:
-¡Cónque
le pagaré tanto favor que me ha hecho, San Isidro, yo que soy tan
pobre enteramente!
-Nai,
siempre que no me coma, toito está pagao -diz que había dicho San
Isidro.
-Qué
lo voa comer amigo -diz que había contestao el tigre.
Áhi
habían quedao conversando un rato, muy amigos, cuando en eso dice
que da un ronquido don Ilijonso y diz que le dice a San Isidro:
-¡Ay!
amigo, tres días sin comer nada, y ¡tan gordito que está usté,
amigo, y tan lindo pa comerlo, amigo!
-¡Ah!
eso sí que no va a suceder, mi amigo -diz que le había contestado
San Isidro. Trato hecho que no se güelva afrecho. Usté me dijo que
si le sacaba la peña no me iba a comer, y tiene que cumplir su
palabra.
-Vea,
amigo -diz que le dijo el tigre, tengamé lástima, amigo, tres días
hi estao sin comer y si no lo como a usté me voa a morir di hambre.
-Bueno,
entón, pa que usté me coma, primero vamos a buscar un juez -diz que
había dicho San Isidro. Si él dice que me coma, mi hai comer, y si
dice que no, no mi hai comer.
-Güeno
-diz que había dicho don Ilijonso, así será. Y tomaron por áhi
los dos, buscando un juez justo.
Por
áhi en lo que iban diz que lo habían alcanzao a ver a don Gregorio
-éste era el güey. Que diz que cuando lo había visto a don
Ilijonso, diz que había puntiao disparando de miedo pa medio 'el
monte.
-Amigo,
amigo, amigo -diz que le había gritao San Isidro. Venga, amigo,
hagamé un favor. Páque somos amigos, entón.
-¡Ay!,
amigo, sólo por usté me paro. Qué anda queriendo, amigo -diz que
'bía contestado don Gregorio, de lejos no más, y medio temblando de
miedo porque lo vía a don Ilijonso.
-Amigo,
lo estoy queriendo pa que me sirva de juez, amigo -diz que le había
dicho San Isidro.
-Nai,
bueno, viamos primero lo que hay, pu.
-Amigo,
en lo qu'hi andao meliando oigo uno que me gritaba que lo favorezca.
En eso lo veo a don Ilijonso que había estao apretao con una peña.
Nai, yo no lo quería sacarlo por que m'iba comer. Que l'hi sacao la
peña. Agora me dice que tiene mucha hambre y que me va a comer, por
eso le vengo a molestar, amigo, pa que me sirva 'e juez. Si es que me
va a comer, que me coma, y sinó, no.
Entón
diz que le 'bía contestado don Gregorio:
-Amigo,
así no más sucede en esta vida, cuando uno haga un favor espere un
mal pago. Vea amigo don Isidro, yo también cuando hi sío joven jui
un güey como no había otro. Mi amo me tenía pa Güenos Aires, pa
Córdoba, y toitos mis compañeros descansaban por áhi, pero yo no
tenía alce. Me hacían llegar di un viaje y ya me prendían pa otro.
Así m'hi acabao antes de tiempo, señor, haciendoló ganar a mi amo
mucha plata, y agora que soy viejo me han echao pal monte, pa que si
engordo, me vendan pal matadero y sinó pa que me coman los
caranchos. Ya ve amigo, así sucede siempre. Un bien con un mal se
paga.
-Amigo
don Gregorio, no me gusta su sentencia, vamos a buscar otro juez más
justo -diz qui había dicho San Isidro. Nai, qué más iba decir el
güey, si daba en contra e don Ilijonso tenía miedo que lo coma a
él.
Güeno,
siguieron viaje, por áhi. En lo que iban lu ha alcanzao a ver a don
Felipe -éste era el caballo.
¡Qué,
cuando lo 'bía visto al tigre, amigo, 'bía puntiau huyendo pa medio
'el monte!
-Amigo,
amigo -diz que le 'bía gritao San Isidro. Venga, amigo, hagamé un
favor. ¿Pa que somos amigos sinó pa los casos de necesidar?
-¿Qué
quiere, amigo don Isidro? Sólo por usté me paro -diz que había
dicho don Felipe, bajando las orejas de miedo y medio teniendosé
cuando lo vía al tigre.
-Amigo,
lo hi llamao pa que me haga un favor muy grande, amigo. Quiero que me
sirva de juez en una cuestión que tengo con este señor don
Ilijonso.
-Amigo,
yo andaba meliando, cuando en eso oigo uno que me gritaba y me pedía
socorro. En eso lo veo a don Ilijonso que 'bía estao apretao con una
peña. Nai, yo no lo quería sacar por que me hacía que m'iba a
comer, pero él me dijo que no me 'bía hi comer, y agora que lo hi
sacau, ya dice que me va comer no más y por eso quiero que me sirva
de juez.
-Vea,
amigo -que le 'bía contestao don Felipe, cuando usté haga un favor
no espere un buen pago. Yo cuando fui joven, era un caballo como no
había otro. Lo hice ganar miles de pesos a mi amo, en carreras, en
viajes, en fin. Pa las carreras, amigo, no 'bía quién me gane. Así
hi acabao antes de tiempo. Agora, que soy viejo y necesito que me
cuiden, me han cebao pa que si engordo me hagan jabón, y sinó, pa
que m e coman los cuervos. Ya ve, amigo, que un bien con un mal se
paga.
-No,
amigo, no me gusta usté como juez. Vamos a buscar otro.
Tomaron
pal medio 'el monte, don Isidro y don Ilijonso.
Por
áhi dicen que iban, nai, don Ilijonso, que ya contaba muy segura la
presa, y don Isidro, nai, que iba muy triste porque toito los jueces
se estaban poniendo muy mal pa él. Cuando diz que 'bían empezao a
sentir como un ruido a espadas que se venía pal lao de ellos.
-Por
áhi se me hace que viene la autoridá -diz que había dicho don
Isidro.
Cuando
en eso diz que ya la 'taban viendo que venía por un lao del camino.
Éste era el alcalde, don Juan el Zorro. Diz que venía con una
espada más grande qu' él, torciendosé los bigotes y meniandosé pa
toitas partes.
-Salú
amigo don Juan -diz que li 'bían dicho a un tiempo don Isidro con
don Ilijonso, a la autoridar.
-¿Cómo
les va muchachos? -diz que les había contestao la autoridar sin
mirarlos siquiera.
Que,
diz que don Ilijonso medio había empezao a sentarse pa 'trás,
cuando lo 'bía visto no más a don Juan. Porque diz que el zorro le
ganó no más al tigre. Como el zorro es tan diablo...
-Mi
señor alcalde, a usté lo andoy buscando pa que me sirva de juez en
una cuestión con este señor don Ilijonso -diz que había dicho don
Isidro.
-Siempre
me hai dar qui hacer este viejo overo -diz que había dicho don Juan,
diciendo por don Ilijonso. Decí no más, qu' es lo que querís,
Isidro, como que juez soy.
-Señor
alcalde, en lo qu' hi andao meliando oigo unos gritos y en lo que me
doy la güelta para ver quién me llamaba, lo alcanzo a ver que don
Ilijonso estaba apretao con una peña. Yo no lu iba a sacar, cuando
él me ha pedío de favor que lo saque, que diz que no m' iba a comer
-que 'bía contestao don Isidro.
-Güeno,
vamos pa que me mostréis a dónde ha estao el viejo -diz que 'bía
dicho don Juan, porque yo pa ser juez justo hi de ver primero cómo
ha estao.
Güeno,
diz que se 'bían güelto pa 'trás. Y por fin habían llegao
hasta donde lo había hallao a don Ilijonso.
-Velay,
aquí ha estao don Ilijonso.
-Güeno,
echate, viejo, como has estao -diz que li había dicho a don
Ilijonso, don Juan.
-¡Nai
qué!, tuvo que hacer no más caso don Ilijonso. Cuando si había
echao, diz que le dice a don Isidro, don Juan:
-¿Y
vos solo has levantao esa peña, Isidro? Medio no te estoy crendo.
Ma, volvela a poner encima como ha estao pa crerte.
Nai,
claro, como don Isidro era juerzudo había levantao a la peña y la
había puesto encima de don Ilijonso.
-Güeno,
agora, pa que otra vez sepa cumplir su palabra, pegale con l'ojo
l'hacha.
Nai,
qué, don Isidro antes que había terminado de hablar la autoridar,
ya diz que le había asentao con tanta juerza, que ni ¡ay! había
alcanzao a decir don Ilijonso. ¡Al otro mundo se jue!
-¡Ay!,
amigo. ¡Cónque le voa pagar tantas finezas! ¡Señor alcalde, yo
soy tan pobre y nada tengo!
-Nai,
an cuando sea con un par de chivitos d'esos que vos tenís tan
gorditos y tan churitos, que los hi visto el otro día.
-¡Cómo
no, amigo, aunque son dos no más los que tengo, pero l' hi tráir!
Usté también ha sío tan güeno, amigo, ¡cómo no l' hi
regalar!...
-Güeno,
por áhi, en la orilla de tu cerco hi de andar mañana, por áhi me
lo has de llevar. Mañana tempranito yo hi de andar por áhi. Güeno,
entón, adiós.
Nai,
diz que se habían despedido muy amigos. Nai, a don Juan diz que ya
le parecía que estaba haciendo sonar los güenos de los cabritos. Y
diz que decía:
-¡Qué
güenos bocaos me voa comer mañana! ¡Si no hay otro como yo pa
juez! ¡'Tá que me voa poner las botas con el Isidro tonto! Sobre
que l' hi visto unas gallinas tan lindas... Y unos patitos... Qué
les guá decir. Después que los coma a los chivitos l' hi de hacer
la propuesta que me los venda. Me l' hai de dar no más -Y diz que
'bía suelto una carcajada muy contento.
¡Nai,
que!, eso que se 'bían separao don Isidro también diz que había
empezao a pensar en sus cabritos.
-Nai,
no me está gustando nada lo de mis cabritos -diz que decía, y
sobre todo que me los ha regalao mi comagre Cecilia, ¡qué le guá
dar! ¿No ven? ¿Este pícaro hai querer que le dé mis chivitos? No,
no ti dar nada... Pero, este canejo no me va dejar de embromar. ¡Qué
voa hacer por Dios! Güeno, don Gregorio y don Felipe me han dicho
que «un mal hai de pagar». Güeno, yo también no m' hi quedar
atrás. Yo también lo hi de embromar a don Juan Alcalde. Vamos a ver
cómo salimos.
Al
otro día bien temprano diz que andaba rondiando el cerco don Juan,
lamiendosé los bigotes, diz que andaba. De vez en cuando diz que
daba un grito ¡cuac!... que decía pa que don Isidro no se olvide d'
él.
Ya
diz que lo había visto también a don Isidro que venía cargao con
una bolsa.
-¡Ajá!
¡Ya viene Isidro! ¡Pucha que parecen gorditos, preparesén dientes!
-Güen
día, señor Alcalde, ya l' hi tráido los chivitos -diz que había
dicho San Isidro.
-Qué
tal, amigo, bajelón no más. Los voa a tantiar primero -diz que
había dicho Juan. ¡Ajá! ¡Gorditos parecen! Abra la bolsa, voa a
jugar un ratito primero hasta que se me alijen las uñas un poquito.
-Güeno,
señor, preparecé no más. No, que van a querer huyir -dijo San
Isidro.
Que
antes qui habían acabao de hablar, diz que habían salío dos
caschis lanudos, y cuando lo 'bían visto a don Juan lo 'bían
puntiao corriendo. Que don Juan no hay quien lo gane en listo, diz
que también había puntiao saltando zanjas, alambraos, cercos. Diz
que iba y que decía por áhi:
Arriba
piernas,
abajo
zambas,
que
en esta vida
no
se paga más que con trampas.
Y
los caschis diz que, ya ti agarro y no te agarro, diz que lo tenían.
Por
áhi había encontrao una cueva y áhi se 'bía suelto don Juan. Áhi
si había podío salvar don Juan Alcalde. Nai, que los galgos diz que
'bían quedao al lado 'e la puerta, no más. Güeno, después que le
'bía pasao la sustiada, don Juan diz que empieza a verse las
patitas, y diz que decía:
-¡Ah,
mis patitas!, se han portao azora. ¡No hay otras como las mías! Tan
churitas y tan ligeras, qué se habían de dejar correr con esos
caschis tan fieros.
En
eso diz que se ve la cola sucia y que dice:
-¡Ve!
Esta cola no sirve para nada. ¡Comela, comela perro, comela! -y diz
que iba reculando pa 'trás, pal lao la puerta, sin crer que áhi
'taban los perros.
Cuando
en eso me lo 'bían agarrao los galgos, lo 'bían sacao de la cola y
me lo había hecho charqui. Nai, don Isidro 'bía quedao riendo de la
trampa que le 'bía hecho al zorro.
Nai,
yo dentré por un zapato roto pa que usté me cuente otro.
Cecilio
Panta, 71 años. El Molino. Chicligasta. Tucumán, 1946.
Campesino
rústico. Muy buen narrador.
Cuento
582. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini
0.015.1
anonimo (argentina) - 048
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