Resulta
de que el quirquincho preparaba todos los años para el carnaval, sus
carpas, sus fiestas, unos bailongos tremendos... Todos los mozos y
las mozas solían ir a esas carpas porque el quirquincho es buen
músico y toca muy bien la quena. El zorro 'taba envidioso y siempre
pensando qué puede hacer para que las mujeres lo sigan a él.
Entonces un día, haciendosé el buenito también, le pregunta a la
perdiz:
-¡Ay!,
comadre, ¡cómo podré hacer yo para aprender a tocar la quena!
-dice. Todas las mozas se van con el quirquincho porque él sabe
tocar muy bien la quena, y conmigo, yo guitarreo y guitarreo, pero nu
hay caso -dice, la gente no se viene conmigo.
-Y
bueno, compadre -dice, yo le voy hablar al quirquincho y vamos a ver
qué podemos hacer. Yo creo que él enseña también porque a varios
les ha enseñado a tocar la quena.
-Pero,
¿querrá enseñarme a mí? Yo creo, que nu hai querer -decía el
zorro.
-No,
sí hai querer -le dice la perdiz. Ya le voy a hablar yo.
Bué...
Se
va la perdiz y le habla al quirquincho, y le dice:
-Mirá
-le dice, el zorro quiere aprender a tocar la quena, pero ahora es la
nuestra. Ahora nos podemos vengar de todas las que nos hace este
sinvergüenza.
-¿Y
qué vamos hacer? -le dice el quirquincho.
-Mirá
-le dice, lo que podemos hacer, es coserle la boca. Yo le voy a decir
que vos le vas a coser la boca, con esa condición, para enseñarle a
tocar la quena.
-Bueno,
comadre.
Bué...
Se ha vuelto la perdiz.
Cuando
vuelve el zorro a la casa de la perdiz, le dice:
-Mire,
compadre, el quirquincho le va enseñar a tocar la quena a usté,
pero con una condición: usté se tiene que dejar coser la boca,
porque con la boca tan grande, el aire se le sale para todos lados y
es imposible que aprenda a tocar la quena.
-Bueno,
comadre.
-Pero,
¿usté va aguantar el dolor, compadre? Mire que duele mucho.
-Sí,
voy aguantar; con tal de aprender a tocar la quena, cualquier cosa
aguanto.
-Bueno
-dice, a tal hora vaya usté a la casa del quirquincho, que él le va
a coser.
Se
fue, efectivamente, y el quirquincho le fruncía bien la boca, le
cosía de un lado, le cosía del otro, hasta que le había dejado
apenas un aujerito. Y el quirquincho, contento, le dice:
-Bueno,
de aquí a unos cuatro días, que ya 'tén las puntadas ésas,
cicatrizadas, venga usté que le voy a enseñar a tocar la quena.
Se
fue el zorro y volvió a los cuatro o cinco días. Empezó con las
lecciones y le iba, pero, a las mil maravillas. Aprendió a tocar la
quena, pero de primera. Ya cerca del carnaval, el zorro se ensayaba
todos los días en la puerta de la casa. Y la gente lo escuchaba
admirado de sentir qué hermoso sabía ejecutar el instrumento.
Entonce
puso él también una carpa. Y toda la gente se iba con el zorro,
porque el zorro es más farrista que el quirquincho. Había comprado,
pero cantidá de bebidas, de adornos para su carpa, de manera que
toda la gente se fue con él.
Bueno...
Y una tarde el quirquincho le dice a la perdiz:
-¡Ay!
-dice, comadre -dice, yo creo que usté mi ha arruinau el negocio a
mí -dice. Yo no vendo ninguna entrada y el zorro 'tá lleno de
gente.
-Quedesé
tranquilo, compadre, ya va ver lo que le voy hacer yo esta noche.
Cuando 'tén bajando al carnaval del cerro, áhi va ser la nuestra.
Bueno,
y el zorro venía batiendo banderas. Tenía buenos hombres que
tocaban el bombo, cantores y todo. La cumparsa venía de primera. Y
la perdiz 'taba echadita, agachadita bien contra la pirca. Y el zorro
pasaba bailando. Y sale la perdiz por entre medio 'e las piernas, le
pega el silbido ¡Shish!... Y el zorro, ¡guac!... hizo. Había
abierto la boca de oreja a oreja otra vez y se le acabó el carnaval.
Le quedó más grande la boca todavía.
Delia
Corvacho de Saravia, 46 años. Humahuaca. Jujuy, 1970.
Aprendió
este cuento a la abuela en Humahuaca, doña Rosa Centini de Uro,
nativa de la Quebrada, y que sabe muchos otros. La narradora es
maestra de escuela.
La
variante del cuento refleja el ambiente de la Quebrada de Humahuaca
en la época del carnaval.
Cuento
683 Fuente: Berta Elena Vidal de Battini
0.015.1
anonimo (argentina) - 048
No hay comentarios:
Publicar un comentario