El
gallo y el sapo eran compañeros. Y salen en viaje. Lo invita el
gallo, y se van. Se van a Bolivia, porque querían conocer. Bueno. Y
entonce, dice que la hallan a la víbora apretada en un palo y les
pide de favor que lo saquen. Dice:
-Voy
a ser su amigo, su compañero. No les va pasar nada a ustedes, porque
yo no los voy a matar, no les voy hacer nada.
Como
que la víbora pica y mata a la gente, les dice eso.
Bueno...
Entonces el sapo había empezado a entrar por abajo de tierra, a
empujar, empujar. Y lo saca. Y se hincha, porque el sapo se hincha,
solivia el palo y sale la víbora. Y bueno, y se van juntos. Ya eran
tres.
Se
van caminando, caminando, caminando... Y por ahí, la víbora diz que
lo empezó a perseguir al sapo. Porque al sapo lo come la víbora, lo
traga. Y bueno, que a ella le alegaba. Le alegaba diciendo que ella
se ha comprometido a acompañarlos y llegar en el destino donde iban.
Y que debe ser buena compañera porque lo han sacado del presidio de
ahí de donde estaba. Bueno y ahí van discutiendo y lu encuentran a
don Juan, que era el zorro.
-¿Y
qué hay?
-Venga,
señor -es que le dice el gallo. Usté nos va a ser de juez, aquí.
Usté vea, a ésta lo hemos sacau nosotros porque los caminantes lo
habían apretau con un palo, y nos ha pedíu de favor que lo saquemos
y que va a seguir con nosotros, que nos va acompañar bien, que vamos
andar bien en el camino y ahora viene persiguiendoló por comerlo a
mi amigo, al sapo.
-¡Ah!
-es que dice el zorro. Cómo no. Yo les puedo servir de juez. ¡Cómo
no!
Bué...
-Bueno,
¿y adónde era?
Vuelven
pa atrás otra vez, para saber él adonde, de donde lo sacaron.
Van
allá, en la esquina donde lo hallaron, ¿no? Y le dice al sapo, el
zorro:
-Y
usté, ¿cómo lo sacó?
-Yo
lo saqué metiendomé por abajo. Me hinché y lo saqué.
-A
ver, ma, entre -que le dice. Entre usté también -que le dice a la
víbora.
Que
dentre, también. Entró ella también.
-A
ver, ma, salga usté -diz que le dice al sapo, y pongalé el palo.
Salió
el sapo y quedó la víbora apretada. Así que les hizo un buen juez.
Áhi quedó otra vez, la víbora como estaba, jodida.
-Bueno.
¿Han visto? Vayansé no más. Y no se amiguen con nadie. Vayan
solos. Lleguen si pueden en Bolivia.
Rita
Vera de Barrionuevo, 92 años. Santiago del Estero, 1970.
Cuento
585. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini
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anonimo (argentina) - 048
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