Un joven estaba
interesado por conocer las Enseñanzas misticas y fue a un bosque de banianos
donde había un maestro. Se presentó y le pidió instrucciones místicas y
ejercicios para hallar la paz interior. El maestro le dijo:
-Permanece conmigo unos
cuantos días y te mostraré los caminos de la Liberación.
-No, no puedo esperar -dijo
el joven-. Quiero que me des ense-guida las enseñanzas. Quiero recibirlas
ahora mismo.
-Tal no es mi sistema
-repuso el maestro-, pero conozco otro maestro que quizás te las pueda
proporcionar en el momento. Vive a unos kilómetros, en un bosque de mangos. Ve
a él de mi parte.
El maestro le mostró la
dirección para poder llegar hasta el bosque de mangos.
-Ahora te hago un ruego.
Te entrego esta cajita para que se la des de mi parte.
-Así lo haré -dijo el
joven-. Pero ¿estás seguro de que me dará las enseñanzas en el acto?
-Prueba a ver.
El joven salió
apresuradamente. Comenzó a caminar con paso veloz, portando la cajita en la
mano. De repente, escuchó un ruidito dentro de la cajita y sintió curiosidad.
¿Qué guardaría la misma? Abrió la cajita y un ratoncillo que había dentro saltó
fuera de la misma y salió corriendo. Fue imposible seguirlo. El joven cerró la
cajita y prosiguió caminando.
Sentado en meditación
profunda se hallaba el maestro del bosque de mangos cuando llegó el joven.
-Perdona que te moleste,
señor -se hizo notar-. Traigo una cajita para ti de parte del maestro del
bosque de banianos. El motivo de mi visita es que quiero recibir en el acto las
más sublimes enseñanzas místicas y liberatorias. Muéstrame la vía hacia la Libe racion.
-Pásame antes la cajita
-dijo el maestro.
Parsimoniosamente abrió
la cajita y la encontró vacía.
-¿Había algo dentro?
-preguntó.
-Sí -repuso vacilante el
joven-, un ratoncito.
Y el maestro le dijo:
-Si no eres capaz de
cuidar de un ratoncito, ¿cómo vas a poder velar por las enseñanzas? Vete, no
estás maduro.
Y cuando el joven,
entristecido, partía, agregó:
-Y, por cierto, no seas
tan impaciente.
El Maestro dice: Las enseñanzas hay que ganarlas y merecerlas.
Son un don, un tesoro y un medio para hallarse a sí mismo. Pacientemente hay
que aprenderlas y más pacientemente practicarlas.
Fuente: Ramiro Calle
004. Anonimo (india),
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