También el rey de los
leones envejece. Había sido el más fiero y poderoso de la selva, pero estaba
viejo y semiciego. A pesar de todo, iba caminando con gran dignidad al frente
de su manada de quinientos leones. Claro que, como apenas veía, al pasar junto
a un pozo se cayó en él. Los leonos siguieron su marcha. ¿Para qué querían a un
rey viejo, enfermo y casi ciego? Lo abandonaron a su triste suerte. La
situación del anciano león era desesperada. Pero un chacal lo había visto
precipitarse al pozo. El chacal era inteligente y se dijo: «Si durante tantos
años yo he podido holgazanear a mis anchas y, empero, tener toda la carne que
he querido para alimentarme, ha sido, indudablemente, gracias al trabajo de
este león. Él me ha favorecido durante muchos años, así que yo debo ahora hacer
lo que pueda por él.»
El chacal llegó hasta el
pozo y comprobó que et león no podía salir porque el caudal estaba bajo. Pero
el chacal, sacando fuerzas de flaqueza, logró desviar un canal hasta el pozo y,
al ascender el caudal de éste, el león pudo salir y salvar su vida. No sabemos
si el león y el chacal se hicieron amigos, aunque nos gustaría creer que sí.
El Maestro dice: Hasta el rey de los leones necesita ayuda
alguna vez. Nadie hay tan poderoso que no necesite a alguien que lo sea menos.
Todos somos interdependientes. En un momento dado, el más poderoso se torna
indefenso y el menos poderoso se vuelve imprescindible.
Fuente: Ramiro Calle
004. Anonimo (india),
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