Era un monarca poderoso,
pero carecía de todo sentimiento. Había reinado siempre despótica y despiadadamente.
Pero le gustaba y confiaba en la astrologia. Cierto día convocó al astrólogo y
le pidió que estudiara su mapa astral. Así lo hizo el astrólogo. El monarca le
pidió sinceridad, y el astrólogo aseguró:
-Lamento decíroslo,
señor, pero moriréis de aquí en una semana.
El rey se horrorizó.
Había sido siempre tan injusto, cruel y desa-prensivo, que debía tener
innumerables enemigos en la propia corte y querrían matarlo. ¿Qué podía hacer?
Pidió que le construyeran urgentemente una casa de roca y dio órdenes para que
nada más entrar él en ella cerraran con un muro puerta y ventanas, y en su
exterior permaneciesen constantemente varios guardias armados. Se hizo lo que
ordenaba el rey y en seis días pudo ser introducido en la inaccesible casa y
se clausuraron puerta y ventanas.
-Ahora me siento seguro
-se dijo el rey.
Pero, ¡horror!, había
quedado una rendija en uno de los muros. El rey hizo masilla con la arena y
tapó la hendidura. Unas horas después no quedaba oxígeno en el refugio. Al
amanecer del séptimo día el monarca moría por asfixia.
El Maestro dice: No hay mayor refugio que la bondad
omniabar-cante de tu corazón.
Fuente: Ramiro Calle
004. Anonimo (india),
No hay comentarios:
Publicar un comentario