Profesor y alumno habían
salido a pasear cuando apenas el sol comenzaba a despuntar. Era un bello día de
primavera. Iban por una vereda y de repente vieron un colosal manzano plagado
de manzanas muy apetitosas. Pero el manzano estaba en una finca cercada.
Profesor y discípulo no lo dudaron: saltaron la verja y fueron hacia el
manzano.
Amiguito -dijó el
profesor-, ¿has visto qué espléndido manzano? ¿Sabes qué tipo de manzano es?
El profesor comenzó a
hablar de las distintas especies de man-zanos y la calidad de las diversas clases
de manzanas. Proporcio-naba buen número de datos sobre los manzanos y manzanas.
Se veía que sabía mucho sobre el tema. Mientras tanto el discípulo no dejaba
de engullir manzanas, una tras otra; ¡qué excelentes!, ¡qué sabrosas! De
repente apareció el capataz de la finca lanzando improperios y blandiendo un
palo. Ni qué decir tiene que profesor y alumno salieron corriendo y
precipitadamente saltaron la valla y huyeron. La diferencia entre el profesor y
el alumno era que el primero tenía el estómago vacío y el segundo repleto de
ricas manzanas.
El Maestro dice: Los conocimientos no alimentan; la Sabiduría sí lo hace. En
la senda de la autorrealización, vale más un gramo de práctica que toneladas
de teoría.
Fuente: Ramiro Calle
004. Anonimo (india),
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