Éranse
una vez siete hermanos y una hermana. Los hermanos estaban casados, pero sus
esposas no cocinaban, ya que este trabajo quedaba reservado para la hermana.
Por este motivo las esposas sentían una profunda antipatía por su cuñada y
decidieron des-poseerla de este privilegio, que todas ambicionaban.
-Ella
no sale a trabajar a los campos como nosotras, -decía una- sino que permanece
sentada en casa y mí siquiera tiene preparadas las comidas a tiempo.
Reunidas
todas las cuñadas fueron a ver a un brujo que vivía cerca de su casa y le
pidieron les librara de la odiada parienta. El brujo, que les estaba agradecido
por unos favores que le habían hecho, prometió hacerlo, y así, al día
siguiente, cuando la joven fue a buscar agua para la comida, un genio enviado
por el brujo la empujó tirándola al río, donde se ahogó.
Pasó
algún tiempo, y un día su espíritu reencarnó en un hermoso bambú que creció
junto al río, en el mismo sitio donde ella se había ahogado. En pocos días alcanzó
un tamaño enorme y un yogui que acertó a pasar por allí, lo vio y se dijo que
con la madera podía hacerse un magnífico violín. Al día siguiente volvió al
lugar con una afilada hacha y se dispuso a cortar el alto y grueso bambú.
En
el momento en que se disponía a descargar el primer hachazo, una voz sonó
dentro del bambú, diciendo:
-Por
favor, no me cortes por la raíz, corta un poco más arriba.
Al
disponerse a descargar un golpe en el sitio indicado, volvió a oír la voz del
bambú que le decía:
-No,
por ahí no cortes, corta por las raíces.
Cuando
de nuevo el yogui iba a cortar el bambú por las raíces, el espíritu volvió a
hablar:
-Corta
más arriba.
Y
así continuó hasta que el yogui se dio cuenta de que el espíritu aquel se
estaba burlando de él y sin vacilar más, cortó el bambú por las raíces y
llevándoselo, se hizo con él un violín, tan magnífico, que cuantos lo oían
quedaban maravillados de su tono.
De
cuando en cuando visitaba la casa de los hermanos de la ahogada, quienes
siempre que oían la música de aquel violín no podían contener las lágrimas. El
hermano mayor pidió varias veces al yogui que le vendiera el violín,
ofreciéndole mantenerlo un año entero, pero el hombre, que conocía el inmenso
valor de su violín, se negó a desprenderse de él.
Ocurrió
que un día el yogui fue a visitar al jefe de un poblado y después de tocar unas
piezas con el violín, pidió algo para comer.
El
jefe del poblado le pidió le vendiera el violín, ofreciéndole por el mismo un
elevado precio, pero el yogui se negó a venderlo replican-do que el instrumento
era su medio de vida.
Cuando
el jefe vio que no podría adquirir el violín, decidió emborrachar al yogui, y
para ello sirvió una excelente comida acompañada de los mejores vinos. Cuando
hubo terminado de comer, el yogui estaba completamente borracho, y valiéndose
de su estado, el jefe cambió su violín por otro viejo y malo.
Al
volver en sí, el yogui se dio cuenta de que le habían cambiado el violín, y
protestó airado, pero el jefe negó haberle robado el instrumento, y al fin tuvo
que marcharse con el violín viejo.
El
hijo del jefe del poblado había aprendido música y en sus manos el violín daba
unas notas tan maravillosas que causaba la emoción de cuantos lo oían.
Cuando
todos los habitantes de la casa estaban ausentes, ocupados en sus trabajos en
los campos, el espíritu que habitaba dentro del violín, salía del mismo y
preparaba la comida de la familia.
De
momento, los dueños de la casa supusieron que alguna joven que estaba enamorada
del hijo del jefe demostraba de aquella manera su amor, y no se molestaron en
averiguar quién era, supo-niendo que ella misma se presentaría cuando llegara
la oportunidad.
Sin
embargo, el hijo empezó a sentirse intrigado por aquella constancia y al fin
decidió averiguar cuál era la muchacha que tanto se preocupaba por él. Para
ello ocultóse detrás de un montón de leña y desde allí vio salir a la joven que
habitaba dentro del violín. Con profundo asombro la vio peinarse y preparar la
comida, y prendado de su belleza, salió de su escondite y la cogió entre sus
brazos y trató de besarla.
-Vete,
-exclamó ella-. Tú y yo no podemos casarnos, pues yo soy mitad espíritu y mitad
humana.
-De
ninguna manera -replicó el joven-. Tú serás de hoy en adelante mi esposa,
porque al quererte yo, volverás a ser sólo humana.
Y
así fue, y toda la familia se sintió muy feliz al ver a la mujer que el hijo
del jefe tomaba por esposa.
Pasaron
los años y en la casa reinaba la mayor alegría, pues la joven administraba a la
perfección los bienes de su marido, y tanta fue su buena administración que
cada día fueron más ricos y poderosos.
En
cambio, los hermanos de ella eran cada día más pobres, y llegó un día en que
tuvieron que acudir al jefe del poblado, pues ya ni siquiera podían comer.
La
joven les reconoció enseguida, aunque ellos no supieron que era su hermana, y
después de servirles excelentes viandas, les contó su historia, fingiendo que
era la de una amiga suya. Los hermanos se avergonzaron de no haber procurado
salvarla, y hasta el final de sus días se lamentaron de su mal proceder.
Y
ésta fue toda la venganza de la joven del violín encantado.
004. Anonimo (india),
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