En un remoto monasterio
tibetano vivían un buen número de monjes y lamas. Uno de los lamas más jóvenes
retó al lama más venerable y anciano a una competición de «tummo». La técnica
consiste en elevar considerable-mente el calor del cuerpo a través de ejercicios
yóguicos de respiración y visualización, hasta tal grado que se pueden secar
con el cuerpo en tiempo relativamente breve sábanas mojadas. Gracias a esta
técnica los yoguis sobreviven en cum-bres sempiternamente nevadas.
El joven lama era un
petulante y quería demostrar ante todos su gran autocontrol. El anciano y
venerable lama, un hombre muy humilde y bonda-doso, accedió. Al amanecer,
rodeados de sus compañeros monacales, los dos lamas entraron en meditación
profunda y comenzaron con el juego competitivo de secar sábanas. En tanto el
lama joven logró secar media docena de ellas, el anciano apenas secó una sola.
Tras la competición, el lama joven comenzó a jactar-se:
-¡Qué gran dominio he
adquirido sobre mí mismo! En pocos años he logrado sacar de su letargo a todas
mis potencias y manifestarlas. He obtenido grandes logros.
Luego comenzó a
ridiculizar sin piedad al lama anciano.
-Tú, por el contrario
-dijo sarcásticamente-, llevas muchos años siendo un santurrón y no has
obtenido ningún logro. ¿De qué te ha servido la En señanza? Has hecho el más completo ridículo.
Entonces el venerable y
anciano lama, sin perder en absoluto la calma, dijo:
-Joven lama, no me
extraña que me hayas vencido. Podrías secar todas las sábanas del mundo con el
fuego de tu arrogancia. Yo no seco tantas sábanas como tú, pero he aprendido a
no dejarme arrastrar por la infatuación. Ten cuidado, amigo, porque terminarás
quemándote en la hoguera de tu ego.
El Maestro dice: No son los poderes psíquicos los que
distinguen a un genuino buscador. Ningún maestro presta la menor atención a
tales poderes. No hay mayor poder que la Sabiduría , la compasión y la humildad.
Fuente: Ramiro Calle
004. Anonimo (india),
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