Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

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lunes, 18 de junio de 2012

Hoguera de vanidades


En un remoto monasterio tibetano vivían un buen número de monjes y lamas. Uno de los lamas más jóvenes retó al lama más venerable y anciano a una competición de «tummo». La técnica consiste en elevar considerable-mente el calor del cuerpo a través de ejercicios yóguicos de respiración y visualización, hasta tal grado que se pueden secar con el cuerpo en tiempo relativamente breve sábanas mojadas. Gracias a esta técnica los yoguis sobreviven en cum-bres sem­piternamente nevadas.
El joven lama era un petulante y quería demostrar ante todos su gran autocontrol. El anciano y venerable lama, un hombre muy humilde y bonda-doso, accedió. Al amanecer, rodeados de sus compañeros monacales, los dos lamas entraron en meditación profunda y co­menzaron con el juego competitivo de secar sábanas. En tanto el lama joven logró secar media docena de ellas, el anciano apenas secó una sola. Tras la competi­ción, el lama joven comenzó a jactar-se:
-¡Qué gran dominio he adquirido sobre mí mis­mo! En pocos años he logrado sacar de su letargo a todas mis potencias y manifestarlas. He obtenido grandes logros.
Luego comenzó a ridiculizar sin piedad al lama anciano.
-Tú, por el contrario -dijo sarcásticamente-, llevas muchos años siendo un santurrón y no has obtenido ningún logro. ¿De qué te ha servido la En­señanza? Has hecho el más completo ridículo.
Entonces el venerable y anciano lama, sin perder en absoluto la calma, dijo:
-Joven lama, no me extraña que me hayas ven­cido. Podrías secar todas las sábanas del mundo con el fuego de tu arrogancia. Yo no seco tantas sábanas como tú, pero he aprendido a no dejarme arrastrar por la infatuación. Ten cuidado, amigo, porque ter­minarás quemándote en la hoguera de tu ego.

El Maestro dice: No son los poderes psíquicos los que distinguen a un genuino buscador. Ningún maestro presta la menor atención a tales poderes. No hay mayor poder que la Sabiduría, la compasión y la humildad.

Fuente: Ramiro Calle

004. Anonimo (india),

 

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