Siempre hay pícaros
dispuestos a engañar a sus semejantes. También en la vida espiritual, como en
otros ámbitos, abundan las personas ladinas y pícaras, como el personaje de
nuestro cuento. Era un embaucador que siempre se las había arreglado para
conseguir dinero con malas artes. Se enteró de que había en la localidad un
patrón que necesitaba un sirviente. Se presentó ante él y le pidió el trabajo,
pero antes que nada advirtió:
-Señor, soy un trabajador
eficiente y capaz de asumir con gusto cualquier tarea. Pero debo sincerarme
contigo y decirte que sólo hay tres labores que nunca aceptaré llevar a cabo.
Si estás de acuerdo, me pondré enseguida a tu servicio. Esas tres labores son:
cortar el pelo a una montaña, llevar el mar sobre mis hombros y hacer en un día
la labor propia de un año.
-Por supuesto que nunca
te encargaré tareas tales -dijo ingenua-mente el patrón.
Transcurrieron los días.
Una mañana el patrón le dijo al sirviente que fuera a la montaña y trajera leña
para la casa, pero éste se opuso alegando:
-Ésa fue una condición,
patrón, la de no cortar pelo a la montaña.
Y se quedó todo un día
vagueando, de brazos cruzados.
Poco tiempo después, el
patrón le pidió que trajera un bidón de agua del mar, pero el sirviente protestó:
-Lo siento, patrón, otra
condición, recordarás, es que no cargaría el mar sobre mis hombros.
Unos días después, el
patrón le solicitó que labrase los campos para la siembra, y el sirviente
replicó:
-Recuerda, patrón que no
haría en un día lo que debe hacerse durante un año.
Desesperado el patrón y
sorprendido en su buena fe, no le quedó mas remedio que despedir al ladino,
sirviente y pagarle el salario acordado de un año.
El Maestro dice: No te dejes sorprender pos los falsos guías
espirituales. Sé inocente, pero no ingenuo. El mundo está lleno de personas
ladinas y hay que saber utilizar el discernimiento.
Fuente: Ramiro Calle
004. Anonimo (india),
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