Un maestro reunió a todos
sus discípulos y les dijo:
-Queridos míos, os daré
una instrucción que quiero que recordéis perfectamente. «Suceda lo que suceda,
nunca os enfadéis. Eso es todo por hoy. Recordadlo.»
Al día siguiente fue
entrevistando uno por uno, aisladamente, a sus discípulos. Todos los que iba entrevistando
recordaban la instrucción que les había impartido, hasta que llegó a uno de
ellos que no era capaz de recordada. Se lamentó:
-¡Oh, maestro! No tengo
ni idea de lo que dijiste ayer. Créeme que lo siento.
-No basta con sentirlo
-dijo acremente el maestro, aunque interiormente estaba lleno de amor.
Antes de que el discípulo
pudiera darse cuenta, el maestro le propinó dos sonoras y contundentes bofetadas.
-Ahora recuerdo la
enseñanza -dijo alborozado el discípulo, muy sosegado y satisfecho-. Nos habías
dicho: «Suceda lo que suceda, nunca os enfadéis.»
Complacido, el mentor le
dijo:
-Tú, mi amigo, eres el
que mejor ha aprendido la enseñanza.
El Maestro dice: No es lo importante recordar la enseñanza al
pie de la letra, sino ponerla en práctica. No cuentan las palabras, sino la
actitud.
Fuente: Ramiro Calle
004. Anonimo (india),
No hay comentarios:
Publicar un comentario