Gustavillo
era un caracolillo que vivía feliz en el fondo del mar; se mecía al ritmo de
las corrientes marinas, reposaba en la arena, buscando algún rayo de sol y de
vez en cuando daba sus paseos.
Un
día un cangrejo le vio y le dijo:
-¿puedo vivir contigo?
Gustavillo
se lo pensó dos veces y al final decidió ser, como un antepasado suyo un
cangrejo ermitaño.
Empezaron
a vivir juntos el cangrejo dentro del caracol y al poco comenzaron los
problemas: el cangrejo se metía las pinzas en la nariz, hacía ruidos cuando
comía, no ayudaba en la limpieza, y además, lo peor de todo eran unos
horrorosos "pedos" que tenían a Gustavillo el caracolillo mareado.
Una
mañana Gustavillo le dijo al cangrejo todo lo que no se debía hacer, con
paciencia, explicándole que:
-Hurgarse en la nariz, es de mala educación y además puede hacer daño
-Se
mastica siempre con la boca cerrada
-Hay
siempre que colaborar en la limpieza y orden de dónde se vive
y..................si tenía un problema de “pedos” debía de
ir al doctor...
El
cangrejo se quedó callado, salió de la casa y se perdió durante varios días.
Cuando volvió habló con Gustavillo y entre los dos juntitos hicieron una lista
de las cosas que, para estar juntos, debían hacer para que todo funcionara
bien.
A
partir de ese momento se acoplaron a convivir juntos y fueron muy, muy felices,
el cangrejo, daba a Gustavillo largos paseos y el caracolillo arropaba al
cangrejo cuando había marea.
999. Anonimo,
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