Iba Juan por un camino, se encontró a un pobre y le dio su único pedazo de
pan. De pronto, apareció un ciervo, le montó sobre su lomo y salió galopando
con él, y no paró hasta llegar a una cueva donde entró con él. Allí había un
ataúd de cristal con la joven más bella que Juan vio nunca. Sin poder
contenerse, la besó y ella despertó y le contó su historia:
‑Sabrás que el diablo se enamoró de mí, y que me encerró aquí porque no
quise casarme con él. Además, convirtió a mi hermano en ciervo; él te ha traído
para que nos liberes, y yo me casaré contigo, pues si mi hermano te eligió,
será porque lo mereces de veras ‑dijo ella.
De pronto oyeron un bufido; a la puerta de la cueva había un enorme toro
amenazante. Era el diablo que les había oído y venía a matarles. Pero se olvidó
del ciervo, y éste salió a luchar con él. ¡Y con tanta fiereza que le mató!
Una vez libres, de cada piedra salió uno de los criados de los dos
hermanos, y la cueva se convirtió en un gran Palacio, donde Juan vivió feliz en
adelante con su esposa y el hermano de ésta, que volvió a su forma humana.
¡Y colorín colorado, este cuento se ha acabado!
999. Anonimo,
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