Cierto rey de Benarés imponía a su
pueblo contribuciones excesivas. Sus consejeros le rogaban que no lo hiciera,
pues el pueblo se estaba cansando. El soberano, colérico, destituyó a sus
consejeros y los desterró.
Marchaban ellos alejándose de la
ciudad que les estaba prohibida, cuando se les acercó un mercader preguntando
si habían visto un camello que se le había perdido.
-¿Es cojo de la pata izquierda?
-preguntó el primero.
-¿Tuerto del ojo derecho? -preguntó
otro.
-¿Le falta un diente?
-¿Va cargado con miel y trigo?
A todo afirmaba el mercader, quien
por último, indagó:
-¿Dónde lo tenéis?
-Ni lo tenemos ni lo hemos visto.
El mercader, enfadado, no quiso
escuchar más y se fue, amenazando con quejarse al rey por la burla de aquellos
hombres.
La voz de la sabiduría
En efecto, el mercader fue a
quejarse al rey y éste envió a sus tropas en busca de los desterrados. Cargados
de cadenas, entraron en la ciudad.
El rey de Benarés habló así a sus
antiguos consejeros:
-Si no habéis visto el camello
¿cómo podéis decir que era cojo de la pata izquierda, tuerto del ojo derecho,
que no tenía un diente e iba cargado con miel y trigo?
-Observé -dijo el que había sido
primer ministro-, que en las huellas que dejaba en la arena, apenas se notaba
la de la pata izquierda.
-Me di cuenta de que sólo comía
hojas de los árboles del lado izquierdo - explicó otro-, lo que significa que
no veía por el otro ojo.
-Vi -explicó el tercero-, que en
los tallos de hierba mordidos por el animal quedaba siempre un pedacito intacto
en el centro.
-En cuanto a mí -explicó el
último-, siguiendo las huellas del camello observé de trecho en trecho granos
de trigo que las hormigas se afanaban en llevar algunas gotas de miel.
Admirado de tanta sabiduría, el rey
de Benarés dijo así:
-Veo que sois inocentes del robo
del camello y que cuando cuatro sabios como vosotros me aconsejan no aumentar
la contribución a mi pueblo, por alguna razón será. Inmediatamente anularé el
nuevo impuesto y, si me hacéis la gracia de volver a mi servicio, seguiré
vuestros consejos.
999. Anonimo
No hay comentarios:
Publicar un comentario