Hace muchísimos años, en el palacio
de un rey se hizo una gran fiesta para celebrar el nacimiento de la princesa
Pirlipatina. La reina, que tenía mucho miedo de los ratones, ordenó que varias
doncellas, cada una con un gato, vigilaran el sueño de la princesa.
A pesar de la medida, aprovechando
el sueño de los gatos, los ratones se acercaron a la cuna de la princesita y
destrozaron su belleza. La reina lloró cuando vio afeada a Pirlipatina.
Y convocó a los médicos y a los
magos de la corte para estudiar la manera de recomponer el rostro de
Pirlipatina. Y, uno de ellos dijo:
-La princesa no volverá a recobrar
su belleza hasta que un joven que nunca se haya afeitado ni calzado botas,
consiga partir una nuez y se la ofrezca.
Al cabo de quince años pasó por
allí un príncipe llamado "Cascanueces", que nunca se había afeitado
ni calzado botas.
-Te ruego partas esta nuez,
príncipe -le dijo la reina-, y se la ofrezcas a mi hija para curar su fealdad.
"Cascanueces" partió la
nuez y se la ofreció a la princesa. Ella la tomó ocultándose el rostro. Y,
cuando la comió, se convirtió en una hermosa joven.
-¡Oh, qué bella! -dijo el
príncipe-. Desearía casarme con vos.
La ingrata pirlipatina
Mas he aquí que en aquel instante
una maldita rata convirtió al príncipe en un horrible monigote y la princesa,
horrorizada, gritó que jamás se casaría con un ser tan espantoso.
Y la rata al despedirse dijo:
-Príncipe, no volverás a tu
anterior estado hasta que consigas quitarle su corona al ratón de las tres
colas.
"Cascanueces", apenado,
se marchó muy lejos y fue a parar a casa de una niña compasiva, a la que contó
su historia.
-La princesa Pirlipatina fue una
desagradecida -repuso la niña.
-¿Quieres tú ayudarme a encontrar al
ratón de las tres colas y quitarle su corona?
-¡Te ayudaré! -declaró la niña-. Le
pondremos un trozo de queso con polvos para dormir.
Aquella noche el ratón se comió el
queso y luego se quedó dormido. Entonces el muñeco le quitó la corona y la niña
vio cómo se convertía en un hermoso príncipe.
Tras despedirse afectuosamente de
su nueva amiguita, el príncipe se alejó montado en un caballo blanco.
¿Regresaría en busca de
Pirlipatina? Sí, mas para recriminarle su desagradecimiento, pues pocos días
después volvió a buscar a su compasiva amiguita, con la que se casó y la hizo
su princesa.
999. anonimo
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