Dos vecinos de un mismo pueblo,
Roque y Tomás, fueron juntos a la ciudad. En el camino se encontraron una bolsa
con dinero y Tomás se la guardó.
-¿Qué suerte hemos tenido, verdad?
-dijo Roque.
-¿Qué dices? La bolsa es mía únicamente,
pues la encontré yo.
Roque se calló, aunque pensando
tristemente en el egoísmo de su amigo.
Más adelante, a la entrada del
bosque, aparecieron unos ladrones.
-¡Estamos perdidos! -exclamó Tomás.
-Lo estarás tú, que llevas dinero,
porque como yo no tengo nada...
Y Roque echó a correr, por si
acaso.
-¡La bolsa o la vida! -exigieron
los ladrones amenazando a Tomás.
Muerto de miedo, el egoísta se
quedó sin el dinero y sin nadie que le protegiera en la soledad del bosque.
Indudablemente, lo merecía por su
comportamiento.
999. Anonimo
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