Un pobre hombre, harto de pasar hambre, llamó al diablo para que le hiciera
rico, pero el diablo, después de darle un saco de oro, quiso que le prometiera
su alma.
‑¡Muy bien! ‑contestó el hombre‑. Ven por ella, y te la daré el día que mi
algarrobo no tenga frutos.
El diablo se fue muy contento, y volvió cuando supo que el hombre estaba
recogiendo la cosecha de algarrobas.
‑¡Eh, amigo; aquí estoy! ‑le saludó‑. He venido a por tu alma.
Estás recogiendo algarrobas, así que ha llegado el momento.
‑Te has equivocado, diablo ‑respondió el hombre‑. Es cierto que estoy cogiendo algarrobas, pero ,¿no ves que en el
árbol ya están naciendo otras? Te dije que te daría mi alma cuando no tuviera
fruto, pero aún tiene; así que vuelve otro año.
¡Claro!, el diablo no sabía que el algarrobo es el único árbol que siempre
tiene fruto. Así que volvió varios años seguidos y nunca podía llevarse el alma
del hombre.
Harto de esperar, un año no volvió y el hombre pudo vivir tranquilo y rico para
siempre.
999. Anonimo
No hay comentarios:
Publicar un comentario