Dos cabras ansiosas de libertad,
abandonaron sus respectivos rebaños para ir en busca de fortuna.
Por una rara coincidencia, ambas se
encontraron, aunque separadas por un anchuroso río. Una estrecha viga, por la
que apenas hubieran podido pasar dos comadrejas, hacía las veces de puente.
-¡Espera que pase yo! -gritó una de
las cabras.
-¡No! Pasaré yo -respondió la otra.
Y como ninguna de las testarudas
cediera en sus propósitos, ambas se aventuraron por la viga al mismo tiempo.
Llegaron a mitad de camino, y
aunque no dejaron de comprender que era imposible pasar las dos al mismo
tiempo, ninguna de ellas quiso retroceder. Recurrieron a la fuerza y, las dos
cayeron al agua y se ahogaron.
Y es que la testarudez es mala consejera.
999. Anonimo
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