Existió una vez un viejo avaro que
se pasaba el tiempo contando innumerables monedas de oro que guardaba en un
baúl encantado que obedecía a los deseos de su dueño.
Un día cayó enfermo y como no quiso
gastar su dinero en medicinas, se murió.
Tenía únicamente un hijo que,
viéndose poseedor de tan fabulosa fortuna, empezó a darse la gran vida con sus
amigos, hasta que pocos años después, cuando había dilapidado la herencia de su
padre, todos le abandonaron pues las deudas amenazaban con encerrarle en la
cárcel.
No sabiendo cómo superar tal
situación, se metió en el vacío baúl que salió volando por la chimenea y fue a
parar a Turquía. El joven lo ocultó en un bosque y se dirigió a la ciudad.
Ante un magnífico palacio se detuvo
y preguntó quién era su dueño.
-Es la hija del rey -le explicó una
niña.
El joven sintió deseos de vivir
allí y regresó al bosque, se metió en el baúl que inmediatamente atendió sus
deseos y en un instante lo llevó a la habitación de la princesa.
999. Anonimo
No hay comentarios:
Publicar un comentario