Pedrito iba todas las tardes
a la iglesia de su pueblo. Se sentaba en una banca enfrente del Angel de Piedra
y platicaba.
Una tarde, su sorpresa fué
mayúscula, el Angel de Piedra, ya no estaba en el muro. Muy triste se sentó en
su banca.
-¡Dónde estás! ¿Por qué te
fuiste? ¿Por qué no me lo dijiste?
Nadie contestó.
Lloroso regresó a su casa y
les contó a sus padres lo acontecido. Ellos no supieron que decirle. Solo
pretendieron consolarlo. No fue posible. El niño comenzó a enfermar y se temió
por su vida.
Una noche de diciembre,
-antes de Navidad- otro milagro ocurrió: El Angel de Piedra se le apareció a
Pedrito, en su recámara. Su imagen era resplandeciente. Se acercó a la cama del
niño, le tomó una mano y le dijo:
-¡El Señor me ordenó que
viniera a visitarte, se que estás muy enfermo!
Escucha con atención, voy a
contarte el milagro que en mí, hizo el Señor:
Tú sabes que en el muro de
piedra veía, sentía y oía al mundo que me rodeaba. Conocí a todos los habitantes
del pueblo. Supe de sus necesidades, de sus lamentos y ruegos y oré por ellos.
Al anochecer de la última
tarde que estuviste conmigo, ocurrió otro milagro.
¡Se volvió a oír la voz del
Señor que dijo!:
-¡Angel de Piedra, baja de
tu muro!"
Tu piedad y amor han
transformado la piedra de tu origen, en esencia virtual del cielo. Tendrás la
tarea de socorrer a las almas necesitadas. El mundo será pequeño para ti. Te
llamarás ANGEL GUARDIAN. ¡Ve y cumple tu cometido!
-Pedrito, tu eres el primer
niño en saber que ahora soy un Angel de verdad. Siempre estaré contigo en tu
vida, protegiéndote y ayudándote. Soy tu amigo, llámame cuando quieras. No me
olvides.
El Angel se inclina sobre la
cama del niño y toca su frente. Pedrito se queda dormido.
A la mañana siguiente, sus
padres muy sorprendidos ven que el niño ya no tiene fiebre. Está muy sonriente
y ya no delira.
-¡Papá, Mamá, vengan! Quiero
contarles que soñe con un Angel y me hice su amigo.
Los papás sonrien ante la
algarabía de Pedrito.
La mamá abre la ventana de la
habitación y sorprendida, ve tres plumas blancas, increiblemente luminosas, que
vuelan al Cielo con la brisa.
999. Anonimo,
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