Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

8-2-2015 a las 21:47:50 10.000 relatos y 10.000 recetas

10.001 relatos en tiocarlosproducciones

10.001 recetas en mundi-recetasdelabelasilvia

Translate

miércoles, 7 de enero de 2015

Un tesoro interesante

Jorge vivía en una casa grande y vieja con un jardín extenso y frondoso. La casa resultaba algo inquietante y por eso Jorge prefería el jardín. Se pasaba las horas jugando al fútbol, trepando a los árboles o mirando el estanque para ver si descubría algún pez. Era un jardín estupendo para jugar, pero Jorge no era del todo feliz porque siempre estaba solo. ¡Cómo le gustaría tener a alguien con quien jugar! ¡Qué divertido sería jugar al fútbol con un amigo, o tener a alguien con quien ir a pescar! El tenía muchos amigos en el colegio, pero para ir a su casa había que hacer un largo viaje en autobús y, además, a sus amigos la casa les daba miedo y sólo venían de visita una vez.
Un día, Jorge estaba en el jardín cazando con un palo. Buscaba bichos interesantes para examinarlos. Cada vez que encontraba uno, lo dibujaba e intentaba descubrir su nombre. Así, había descubierto ocho tipos diferentes de caracol y seis de mariquita. Estaba hurgando debajo de unas hojas cuando vio una pieza de metal que sobresalía de la tierra.
Se agachó y empezó a desenterrar la pieza hasta que tuvo en la mano una vieja llave oxidada. Era bastante grande y, tras quitarle la tierra con un cepillo, vio que tenía grabados unos hermosos dibujos.
Jorge se llevó la llave a casa, la limpió y la pulió. Después se puso a buscar la cerradura a la que pertenecía. Primero probó con la vieja verja del jardín, que llevaba cerrada desde que Jorge recordaba, pero la llave era demasiado pequeña. Después probó con el reloj del abuelo, pero la llave tampoco entraba. Luego se acordó de un oso de peluche que tocaba el tambor. Hacía mucho tiempo que Jorge no había jugado con él y probó la llave con impaciencia, pero esta vez era demasiado grande.
Entonces, Jorge tuvo otra idea. «A lo mejor la llave pertenece a algo que está en el desván», pensó. Solía darle mucho miedo entrar solo en el desván, pero esta vez estaba tan decidido a averiguar qué abría esa llave que subió las escaleras con valentía y abrió la puerta. El desván estaba en penumbra, polvoriento y lleno de telarañas. Las tuberías del agua silbaban y crujían y Jorge se estremeció. Empezó a mirar debajo de las fundas polvorientas y abrió algunas cajas, pero no pudo encontrar nada que tuviera que abrirse con llave. De pronto, su vista recayó en un gran libro que sobresalía de uno de los estantes. Era de esa clase de libros que llevan una cerradura. Jorge levantó el libro, que era muy pesado, y lo dejó en el suelo.
Con dedos temblorosos, metió la llave en la cerradura. ¡Encajaba perfectamente! Dio la vuelta a la llave y la cerradura se abrió de un salto, levantando una nube de polvo. Jorge abrió el libro lentamente y comenzó a pasar las páginas. ¡Qué desilusión! Una escritura muy fina llenaba las páginas por completo, pero no había dibujos. Estaba a punto de volver a cerrarlo cuando oyó una voz procedente del propio libro.
-Te desvelaré mis secretos -le dijo. Si buscas aventuras, ponte de pie encima de mis páginas.
Sentía tanta curiosidad que rápidamente se puso de pie encima del libro. Nada más pisar sus páginas, se cayó dentro. A continuación vio que se encontraba en un barco. Levantó la vista vislumbró una bandera harapienta con una calavera y dos huesos cruzados que ondeaba en un mástil. ¡Estaba en un barco pirata! Y entonces se dio cuenta de que él también iba vestido de pirata.
El barco navegaba tranquilamente, pero de repente Jorge vio en el agua unas rocas de aspecto peligroso. Antes de que pudiera gritar, el barco había encallado y todos los piratas saltaban por la bordo para nadar hasta la orilla. Jorge también. El agua estaba tibia y al llegar a la orilla sintió la arena caliente entre los pies. ¡No se lo podía creer! Estaba en una isla desierta. Los piratas andaban en todas direcciones buscando algo con lo que construir un refugio.
Jorge, que también se puso a buscar, encontró debajo de una roca un libro que le resultaba familiar. Mientras se preguntaba dónde lo había visto antes, uno de los piratas se le acercó con un cuchillo en la mano.
-¡Tú, ladrón, que me estás robando los rubíes! -le imprecó el pirata. ¿Qué iba a hacer Jorge? Entonces oyó una voz procedente del libro:
-¡Rápido, súbete encima de mí!
Sin pensárselo dos veces, Jorge se puso de pie encima del libro y volvió a aparecer en el desván. Acercó la vista a la página sobre la que se encontraba y leyó «Los piratas y el robo del tesoro» en el encabezamiento. Al ponerse a leer, se dio cuenta de que allí se narraba con todo detalle precisamente la aventura que él acababa de vivir. Lleno de emoción, regresó al índice del principio del libro y leyó los nombres de los capítulos: «Viaje a Marte», «El castillo sub-marino», «El coche mágico» y «En la selva», entre otros. Jorge se dio cuenta de que podía abrir el libro por cualquier página y participar en la aventura, y al final sólo tendría que encontrar el libro y ponerse de pie sobre él para regresar al desván.
A partir de entonces, Jorge corrió muchas aventuras más. Hizo muchos amigos y un par de veces se salvó de milagro, pero siempre encontró el libro justo a tiempo.
Y nunca más volvió a sentirse solo.


0.999.1 anonimo cuento - 061

No hay comentarios:

Publicar un comentario